El 12 de noviembre de 2025, durante la conferencia anual sobre el mercado de deuda pública de la Reserva Federal, la Fed de Nueva York reunió de forma inesperada a puerta cerrada a los principales bancos y ejecutivos de Wall Street, sin ningún aviso público previo. El encuentro se centró en las tensiones de liquidez en el mercado de repos y en cómo incentivar un mayor uso de la Standing Repo Facility (SRF) por parte de las entidades financieras. El Financial Times publicó la noticia el 15 de noviembre, atrayendo rápidamente la atención del mercado. El artículo subrayó que la reunión fue una reacción de última hora ante señales de estrés en el “canal” del sistema financiero estadounidense, sin advertencia pública previa.
Este episodio refleja los problemas persistentes en la gestión de la liquidez del sistema financiero estadounidense. Desde 2022, la Fed ha aplicado Quantitative Tightening (QT) para reducir gradualmente su balance y controlar la inflación. A finales de 2025, los efectos secundarios de esta política se hicieron evidentes: reducción de las reservas bancarias, mayor volatilidad en los tipos de repos y signos de una menor capacidad de la Fed para controlar los costes de financiación a corto plazo. Al 17 de noviembre de 2025, el Secured Overnight Financing Rate (SOFR) había alcanzado o superado varias veces el techo de la Fed, mientras el Federal Funds Rate seguía en ascenso.
Este análisis utiliza los datos más recientes para examinar las causas, manifestaciones, marco histórico y posibles consecuencias de la actual restricción de liquidez. A través de una revisión basada en datos de la evolución del balance de la Fed, los movimientos del Treasury General Account (TGA) y los indicadores del mercado de repos, se ponen de relieve las vulnerabilidades estructurales del sistema financiero estadounidense. Todos los datos proceden de informes oficiales de la Fed, publicaciones de la Fed de Nueva York y medios financieros líderes a 17 de noviembre de 2025.
La liquidez del sistema financiero estadounidense depende de las herramientas de política monetaria de la Fed, siendo el QT la principal fuente de presión actualmente. Desde junio de 2022, la Fed ha reducido de forma pasiva su balance en torno a 95 000 millones de dólares mensuales, principalmente permitiendo que venzan bonos del Tesoro y valores respaldados por hipotecas (MBS) sin reinvertir. Al 12 de noviembre de 2025, el total de activos de la Fed había descendido de unos 9 billones a 7,2 billones de dólares, con una posición en bonos del Tesoro de 4,193 billones. Esta contracción ha extraído cerca de 1,8 billones de liquidez del sistema, erosionando directamente las reservas bancarias, que son el núcleo de la base monetaria.
Al mismo tiempo, la Reverse Repurchase Agreement Facility (RRP) está perdiendo capacidad como colchón de liquidez. La RRP permite a fondos monetarios y otras entidades depositar exceso de efectivo en la Fed a cambio de una rentabilidad estable. Durante el Quantitative Easing (QE), el saldo de la RRP alcanzó los 2,55 billones (diciembre de 2021), absorbiendo el excedente de liquidez. Sin embargo, con el avance del QT, los saldos de la RRP han disminuido de manera sostenida. Al 12 de noviembre de 2025, la RRP había caído a 1,82 billones, un 13 % menos que los 2,1 billones de julio. Esta caída refleja menor exceso de capital en el sistema: las entidades disponen de menos efectivo ocioso para la RRP y buscan mejores rendimientos en otros productos.
La presión se incrementa por el rápido crecimiento del Treasury General Account (TGA), la cuenta corriente del Tesoro estadounidense financiada con ingresos fiscales, emisiones de deuda y transferencias de la Fed. A comienzos de 2025, el saldo del TGA pasó de unos 364 000 millones (julio) a 940 000 millones (12 de noviembre), un aumento neto de 576 000 millones. Esta expansión drenó directamente la misma cantidad de reservas del sector bancario, ya que los fondos captados por las emisiones del Tesoro ingresan primero en el TGA, reduciendo la liquidez del sector privado. En el ejercicio fiscal 2025 (hasta octubre), el saldo medio del TGA llegó a 850 000 millones, un 28 % más respecto al año anterior.
Los grandes déficits federales intensifican este impacto. Para 2025, se estima un déficit de 1,78 billones, aproximadamente el 6,5 % del PIB, muy por encima de los niveles previos a la pandemia. Para cubrirlo, el Tesoro emitirá cerca de 2,3 billones en nueva deuda (letras y bonos del Tesoro), elevando el TGA y la demanda de bonos del Tesoro. En el cuarto trimestre de 2025, se espera una emisión de 590 000 millones y un objetivo de efectivo de 850 000 millones. Estos factores han reducido las reservas bancarias de unos 3,2 billones a finales de 2024 a 2,9 billones en noviembre de 2025, con la relación reservas/PIB cayendo del 12 % al 10,5 %.
El QT buscaba una transición suave bajo el marco de “reservas abundantes”: suficientes para mantener mercados estables y de baja volatilidad, pero sin alimentar la inflación. Sin embargo, los datos de 2025 evidencian que esta estrategia se pone a prueba: la caída de reservas eleva los costes de financiación, como ocurre cuando un depósito se vacía y el flujo de suministro se resiente.
El síntoma más claro del estrés de liquidez son las oscilaciones anómalas en los tipos de interés a corto plazo. SOFR, referencia para el mercado de repos de 3,1 billones, refleja el coste de la financiación overnight garantizada por bonos del Tesoro. La Fed regula el SOFR mediante un corredor de tipos: el suelo es el tipo RRP (3,80 %), el techo es el SRF (4,00 %). Normalmente, SOFR se mantiene dentro de ese intervalo.
Sin embargo, desde octubre de 2025, SOFR ha igualado o superado varias veces su límite superior. El 14 de noviembre, SOFR cerró en 4,25 %, 27 puntos básicos por encima de la media de octubre (3,98 %), y se mantuvo por encima del 4,00 % durante seis sesiones consecutivas. No es un efecto estacional (como los flujos fiscales de cierre de trimestre), sino fruto de una tensión sostenida: el diferencial SOFR-RRP a 10 días se ha ampliado de 5 a 15 puntos básicos, indicando que los proveedores de liquidez exigen tipos más altos.
El Effective Federal Funds Rate (EFFR), el índice de referencia para préstamos interbancarios overnight sin garantía, también se ha tensionado. En octubre, el EFFR promedió el 4,09 %, descendiendo a 3,86 % a principios de noviembre tras el recorte de la Fed de 25 puntos básicos (rango objetivo: 3,75 %-4,00 %). El 12 de noviembre, el EFFR subió al 3,98 %, a solo 2 puntos básicos del techo y 18 por encima del RRP. En contraste, el EFFR se mantuvo en una mediana de 4,33 % a principios de 2025, lo que evidencia el menor control de la Fed sobre los mercados sin garantía.
Estas subidas de tipos responden a desequilibrios de oferta y demanda: cuando las reservas se ajustan, las grandes entidades líquidas pueden fijar precios, empujando los tipos hacia los máximos. Datos de la Fed de Nueva York muestran que el volumen diario de operaciones de recompra ha aumentado de 1,2 a 1,4 billones desde septiembre, y los préstamos de fondos de cobertura han alcanzado los 3 billones. Las operaciones de base, donde los fondos de cobertura arbitran entre futuros y contado, suman ya 1,8 billones, financiados principalmente con repos. Al subir los tipos de repos, estas estrategias altamente apalancadas (de 50:1 a 100:1) enfrentan llamadas de margen, amplificando la volatilidad.
El escenario actual recuerda mucho a la crisis de repos de septiembre de 2019. Entonces, la Fed finalizaba el QT, las reservas bancarias bajaron de 2,3 billones a 1,4 billones y el TGA subió de 500 000 millones a 700 000 millones. SOFR se disparó hasta el 10 % (900 puntos básicos sobre el EFFR), obligando a la Fed a inyectar liquidez y reactivar el QE.
Las similitudes en 2025 son claras: el QT ha reducido reservas en una cantidad similar (300 000 millones), la ampliación del TGA es comparable (600 000 millones) y la RRP ha bajado un 30 % desde su máximo. Las diferencias son la inflación y el déficit: la inflación es ahora del 2,8 % (noviembre), por debajo del 2,0 % de 2019, pero el déficit es mucho mayor (7 % del PIB frente a 4,6 %). Si la tensión persiste, los mercados podrían enfrentarse de nuevo a escasez “repentina” de liquidez, sobre todo en fechas de cierre de trimestre como diciembre por motivos fiscales.
La Fed, sin embargo, ha evolucionado. En 2021, lanzó la SRF como mecanismo permanente para reducir el estigma. Pero en 2025, el uso de la SRF sigue siendo limitado: un récord de 50 350 millones el 31 de octubre, y una media de apenas 20 000 millones en noviembre, muy por debajo de los cientos de miles de millones movilizados en 2019. Esto muestra la reticencia de las instituciones: temor a que se interprete como señal de estrés y que el límite del 4,00 % no resulta lo bastante atractivo para una toma proactiva de liquidez.
Los responsables de la Fed han señalado la necesidad de ajustar la gestión de liquidez. El 14 de octubre de 2025, Jerome Powell afirmó: “Las condiciones de liquidez empiezan a tensionarse y los tipos de repos están aumentando”. Indicó que el QT podría estar llegando a su fin, con las reservas pasando de “abundantes” a “suficientes”.
El 31 de octubre, Lorie Logan, presidenta de la Fed de Dallas, advirtió que la volatilidad en los tipos de repos está impulsando el federal funds rate; aunque la variación diaria es intensa, la tendencia general es significativa. Sugería que podrían ser necesarias nuevas compras de activos si persiste la tensión. Ese mismo día, la Fed recortó tipos en 25 puntos básicos, aunque Logan votó en contra por la alta inflación (PCE subyacente en 2,6 %).
Roberto Perli, responsable SOMA de la Fed de Nueva York, declaró el 12 de noviembre: “Las reservas ya no son abundantes”. En la conferencia del Tesoro, subrayó la ampliación de diferenciales SOFR y el aumento del uso de la SRF como claros signos de escasez de reservas, anticipando que la Fed podría reanudar pronto las compras de activos.
Estos acontecimientos desembocaron en la reunión de emergencia del 12 de noviembre. John Williams, presidente de la Fed de Nueva York, se reunió con 24 creadores de mercado primarios para recopilar valoraciones sobre la SRF. El encuentro insistió en eliminar el estigma y fomentar el uso proactivo de la SRF ante la tensión de repos. Bloomberg informó que los creadores de mercado primarios advirtieron que, sin una intervención más decidida, el mercado de repos de 12 billones podría enfrentar aún mayor volatilidad. Al día siguiente, la Fed de Nueva York publicó gráficos mostrando que el préstamo de repos de fondos de cobertura alcanzó los 3 billones, un incremento del 15 % desde septiembre.
Esta secuencia de actuaciones refleja la transición de la Fed de la observación a la intervención, evitando cuidadosamente señales públicas de crisis para no provocar pánico.
Si el estrés de liquidez aumenta, pueden desencadenarse efectos dominó. El mercado de repos es clave en la formación de precios de los bonos del Tesoro; el encarecimiento de costes eleva las tasas de rendimiento a largo plazo: el 17 de noviembre, la tasa a 10 años de los bonos del Tesoro ascendió al 4,35 %, 20 puntos básicos por encima del máximo de octubre. El apalancamiento amplifica el riesgo: cerca del 70 % de los 1,8 billones en operaciones de base se financian vía repos. Si SOFR se mantiene por encima del 4,00 %, los fondos de cobertura podrían verse obligados a cerrar posiciones, forzando ventas de bonos del Tesoro.
Las bolsas ya muestran volatilidad: el S&P 500 ha caído un 2,5 % desde noviembre, con las tecnológicas liderando las pérdidas por la preocupación sobre la liquidez. El US Dollar Index (DXY) alcanzó los 105, reflejando búsqueda de refugio. El diferencial base del mercado de bonos se ha ampliado, con diferencias futuro-contado en 15 puntos básicos.
Los efectos más amplios incluyen el endurecimiento del crédito interbancario, que se traslada a los mercados crediticios: los tipos de préstamos a pymes han subido al 6,2 % y el consumo se está desacelerando. A escala global, los flujos de capital en mercados emergentes pueden acelerarse; si la Fed reactiva el QE, las distorsiones de liquidez mundial podrían intensificarse.
La Fed podría mitigar riesgos: (1) ralentizando el QT y recortando la reducción mensual a 50 000 millones; (2) elevando el tope de la SRF o reduciendo el estigma; (3) realizando inyecciones temporales de reservas como en 2019. En casos extremos, el QE podría aportar cientos de miles de millones, pero con la inflación en el 3,0 %, los responsables políticos se enfrentan a decisiones complejas.
El estrés de liquidez en el sistema financiero estadounidense deriva del QT, la ampliación del TGA y la financiación del déficit. Las subidas de SOFR y EFFR son señales de alerta. La reunión de emergencia de la Fed marca un punto de inflexión: del endurecimiento a los ajustes de precisión para la estabilidad del mercado. La experiencia histórica demuestra que una actuación a tiempo previene crisis, pero el actual entorno de deuda e inflación elevada obliga a un análisis minucioso de cualquier estímulo.
De cara al futuro, el mercado debe vigilar los niveles de reservas (objetivo: 2,5–3 billones), los diferenciales SOFR (alerta en 20 puntos básicos) y el uso de la SRF (por encima de 50 000 millones). Si la tensión se reduce, el QT podría finalizar de forma ordenada; si no, es probable que se reactive el QE. Esto pondrá a prueba la capacidad operativa de la Fed y la resiliencia del sistema financiero global. Los inversores deben seguir las señales del FOMC de noviembre y los planes de emisión de deuda del Tesoro para obtener pistas clave.
Todos los datos corresponden al 17 de noviembre de 2025, procedentes del informe H.4.1 de la Fed, publicaciones SOFR de la Fed de Nueva York y medios financieros de referencia.





