Cuanto más bondadosa es una persona, más despiadada se vuelve al final. Porque lo que se debía hacer ya se ha hecho, lo que se debía aguantar también se ha soportado. A lo largo del camino, se ha entregado por completo, ha actuado con benevolencia y justicia, y ha hecho lo que su conciencia le dictaba. Al final, en cambio, se le ha recompensado con más exigencias y un aumento en la crueldad. No debe nada a nadie, por lo que no tiene nada de qué arrepentirse, habiendo sido una vez tan bueno con los demás. Ahora puede ser despiadado con tranquilidad y sin remordimientos. Cuando uno vive a su máximo, al final entenderá que la compasión más profunda es permitirse a sí mismo dejar de ser compasivo.
Ver originales
Esta página puede contener contenido de terceros, que se proporciona únicamente con fines informativos (sin garantías ni declaraciones) y no debe considerarse como un respaldo por parte de Gate a las opiniones expresadas ni como asesoramiento financiero o profesional. Consulte el Descargo de responsabilidad para obtener más detalles.
Cuanto más bondadosa es una persona, más despiadada se vuelve al final. Porque lo que se debía hacer ya se ha hecho, lo que se debía aguantar también se ha soportado. A lo largo del camino, se ha entregado por completo, ha actuado con benevolencia y justicia, y ha hecho lo que su conciencia le dictaba. Al final, en cambio, se le ha recompensado con más exigencias y un aumento en la crueldad. No debe nada a nadie, por lo que no tiene nada de qué arrepentirse, habiendo sido una vez tan bueno con los demás. Ahora puede ser despiadado con tranquilidad y sin remordimientos. Cuando uno vive a su máximo, al final entenderá que la compasión más profunda es permitirse a sí mismo dejar de ser compasivo.