El mercado financiero global está operando bajo una lógica completamente nueva. En lugar de centrarse en las medias móviles o predecir tendencias a través de indicadores técnicos, el factor clave actualmente radica en una persona: Donald Trump.
Los conceptos familiares como “ciclo de 4 años”, “expectativa de recortes de tasas de la Fed” o “ciclo de crecimiento - recesión” ahora son solo factores secundarios. La dirección de la guerra comercial entre China y Estados Unidos está casi ligada a la actitud y decisión de Donald Trump.
La historia nos ha dejado una lección clara.
En 2019, solo las primeras señales de que las tensiones comerciales volvían a surgir hicieron que el mercado de valores de EE. UU. cayera durante más de un mes. Para junio, cuando el conflicto se intensificó, el S&P 500 sufrió una fuerte caída en los meses de agosto y noviembre, mientras que el Nasdaq 100 casi no tuvo una recuperación significativa hasta finales de año. El juego se prolongó más de un año, hasta septiembre de 2020, cuando comenzó a disminuir gradualmente al lograr ambas partes un acuerdo de fase uno: China se comprometió a ampliar las importaciones de productos agrícolas de EE. UU., mientras que Washington suspendió el aumento de los aranceles.
Esto muestra que: China y Estados Unidos no estarán en un “enfrentamiento duro” para siempre. Al final, ambas partes encontrarán un punto de equilibrio - un compromiso calculado. Sin embargo, “reconciliación” no significa regresar al pasado, sino que es el proceso en el que cada parte cede un paso para mantener la estabilidad de la situación.
La situación actual es incluso más sutil.
Los inversores esperaban que la conferencia APEC a mediados de noviembre se convirtiera en un punto de inflexión positivo para las relaciones entre los dos países. China ha demostrado una clara buena voluntad para negociar, pero Trump sorprendió al aumentar las tensiones al anunciar un arancel del 90% sobre ciertos productos de China, e incluso afirmó sin rodeos: “Este es un juego comercial.”
Lo notable es que la respuesta de Pekín ha sido extremadamente contenida. China señala que las restricciones de EE. UU. a los recursos estratégicos son una acción “intencionalmente preocupante”, al mismo tiempo que afirma que “los permisos de exportación de productos de consumo que cumplen con las regulaciones siguen siendo aprobados con normalidad”. El Ministerio de Relaciones Exteriores de China ha subrayado en varias ocasiones que “ambas partes deben mantener un intercambio racional”, sin mencionar ninguna medida de represalia o impuestos de respuesta.
No es una concesión de debilidad, sino una estrategia.
Esta actitud refleja claramente dos niveles de significado: por un lado, China está “poniendo las fichas sobre la mesa”, preparándose para las próximas rondas de negociación; por otro lado, el hecho de no responder de inmediato es una forma de mostrar su posición: dispuesta a dialogar, pero no aceptando ser forzada.
Desde la perspectiva del mercado, el variable “Trump” se está convirtiendo en una medida de riesgo y expectativa global. Cada declaración, cada movimiento de él puede reconfigurar instantáneamente la tendencia de las acciones, las materias primas y los tipos de cambio. A medida que el factor político ocupa un lugar central en la orientación económica, los modelos de predicción técnica tradicionales están perdiendo efectividad.
El mercado de hoy ya no opera puramente según la lógica económica, sino según la lógica del poder. Y en este juego, el que tiene el control temporal no son los bancos centrales, sino un individuo que conoce bien su influencia.
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El Enfoque del Mercado Ha Cambiado: La Variable Clave Ahora Es Trump
El mercado financiero global está operando bajo una lógica completamente nueva. En lugar de centrarse en las medias móviles o predecir tendencias a través de indicadores técnicos, el factor clave actualmente radica en una persona: Donald Trump. Los conceptos familiares como “ciclo de 4 años”, “expectativa de recortes de tasas de la Fed” o “ciclo de crecimiento - recesión” ahora son solo factores secundarios. La dirección de la guerra comercial entre China y Estados Unidos está casi ligada a la actitud y decisión de Donald Trump. La historia nos ha dejado una lección clara. En 2019, solo las primeras señales de que las tensiones comerciales volvían a surgir hicieron que el mercado de valores de EE. UU. cayera durante más de un mes. Para junio, cuando el conflicto se intensificó, el S&P 500 sufrió una fuerte caída en los meses de agosto y noviembre, mientras que el Nasdaq 100 casi no tuvo una recuperación significativa hasta finales de año. El juego se prolongó más de un año, hasta septiembre de 2020, cuando comenzó a disminuir gradualmente al lograr ambas partes un acuerdo de fase uno: China se comprometió a ampliar las importaciones de productos agrícolas de EE. UU., mientras que Washington suspendió el aumento de los aranceles. Esto muestra que: China y Estados Unidos no estarán en un “enfrentamiento duro” para siempre. Al final, ambas partes encontrarán un punto de equilibrio - un compromiso calculado. Sin embargo, “reconciliación” no significa regresar al pasado, sino que es el proceso en el que cada parte cede un paso para mantener la estabilidad de la situación. La situación actual es incluso más sutil. Los inversores esperaban que la conferencia APEC a mediados de noviembre se convirtiera en un punto de inflexión positivo para las relaciones entre los dos países. China ha demostrado una clara buena voluntad para negociar, pero Trump sorprendió al aumentar las tensiones al anunciar un arancel del 90% sobre ciertos productos de China, e incluso afirmó sin rodeos: “Este es un juego comercial.” Lo notable es que la respuesta de Pekín ha sido extremadamente contenida. China señala que las restricciones de EE. UU. a los recursos estratégicos son una acción “intencionalmente preocupante”, al mismo tiempo que afirma que “los permisos de exportación de productos de consumo que cumplen con las regulaciones siguen siendo aprobados con normalidad”. El Ministerio de Relaciones Exteriores de China ha subrayado en varias ocasiones que “ambas partes deben mantener un intercambio racional”, sin mencionar ninguna medida de represalia o impuestos de respuesta. No es una concesión de debilidad, sino una estrategia. Esta actitud refleja claramente dos niveles de significado: por un lado, China está “poniendo las fichas sobre la mesa”, preparándose para las próximas rondas de negociación; por otro lado, el hecho de no responder de inmediato es una forma de mostrar su posición: dispuesta a dialogar, pero no aceptando ser forzada. Desde la perspectiva del mercado, el variable “Trump” se está convirtiendo en una medida de riesgo y expectativa global. Cada declaración, cada movimiento de él puede reconfigurar instantáneamente la tendencia de las acciones, las materias primas y los tipos de cambio. A medida que el factor político ocupa un lugar central en la orientación económica, los modelos de predicción técnica tradicionales están perdiendo efectividad. El mercado de hoy ya no opera puramente según la lógica económica, sino según la lógica del poder. Y en este juego, el que tiene el control temporal no son los bancos centrales, sino un individuo que conoce bien su influencia.