Powell da un giro abrupto: las tasas de interés no se reducirán más, la reducción de balance se detendrá, ¿a quién se le ofrecerá este "agua de rescate"?



Una declaración el 17 de octubre en Washington convirtió a Powell en el foco de atención del mercado global: "La reducción de tasas sigue avanzando, y la reducción de balance está a punto de concluir". Con esta doble señal, el oro se disparó instantáneamente, mientras que los rendimientos de los bonos del Tesoro de EE. UU. cayeron en picada, inyectando un potente estimulante a un mercado que estaba en silencio. Pero justo en este momento, el gobierno de EE. UU. está en un cierre, y datos clave como el IPC y el empleo no agrícola están "desaparecidos". ¿Qué está temiendo Powell al apresurarse a "inyectar liquidez" en este vacío de datos?

La respuesta puede estar escondida en la "crisis de recompra" de septiembre de 2019. En ese momento, la tasa de interés overnight se disparó al 10%, y los fondos monetarios estuvieron al borde del colapso, convirtiéndose en una sombra persistente para la Reserva Federal. Ahora, la historia se repite: el 15 de octubre, la tasa SOFR aumentó 10 puntos básicos en un solo día, y el tamaño del mercado de recompra se redujo a solo 800 mil millones de dólares, 200 mil millones menos que hace cuatro años. El grifo de liquidez se ha cerrado demasiado, y el mercado ya ha emitido señales de dolor.

La vulnerabilidad del sistema bancario es aún más mortal. Las reservas bancarias actuales son de solo 2.8 billones de dólares, lo que representa poco más del 10% del PIB, y Morgan Stanley ya ha advertido: si este porcentaje cae por debajo del 8%, podría desencadenar riesgos sistémicos. A primera vista, las reservas parecen abundantes, pero en realidad no pueden soportar ninguna presión de retiro; Powell lo sabe mejor que nadie, que si se continúa reduciendo el balance, lo que estallará primero no será la inflación, sino una nueva ronda de "escasez de dinero".

La debilidad de la economía real ha proporcionado un "escalón" para un cambio de política. GDPNow ha revisado a la baja el crecimiento del tercer trimestre al 1.2%, y los puestos de trabajo temporales han disminuido durante cinco meses consecutivos; esto es como si el vendedor del mercado nocturno primero retirara su pequeño puesto, ¿no está lejos el declive del negocio de la tienda principal? El PMI manufacturero ha caído durante once meses consecutivos, y estas señales fragmentadas ya han formado un panorama de "la economía está pisando el freno".

El mercado vota con los pies, abrazando las expectativas de flexibilización anticipadamente: el oro se acerca a 1950 dólares en diez días, acumulando un aumento de casi cien dólares; el rendimiento de los bonos del Tesoro a diez años ha caído 30 puntos básicos desde su máximo, y las acciones y los mercados emergentes han subido un 3% en una semana. Pero una frase de Trump "aumentar impuestos" ha hecho que el precio de la soja fluctúe un 2.5%, también echando un balde de agua fría a la fiesta: el ruido político nunca ha desaparecido.

Alguien ha sacado a la luz el guion de 2019: en el segundo semestre, después de la pausa en la reducción de la hoja de balance, el S&P 500 subió un 15% y el oro un 18%. Pero los tiempos han cambiado: en aquel entonces, el PCE básico era solo del 1.6% y la deuda gubernamental representaba el 107% del PIB; hoy el PCE básico sigue siendo alto, alcanzando el 3.9%, y la proporción de deuda se ha disparado al 123%, sumado al "combo" de conflictos geopolíticos en Ucrania y Medio Oriente. Si se vierte el mismo "agua" en una "olla" más densa, nadie se atreve a garantizar si lo que se desbordará será una burbuja de activos o un repunte inflacionario.

Si la reunión del FOMC de noviembre establece un calendario para el final de la reducción de activos, y el gráfico de puntos de diciembre añade más flechas hacia recortes de tasas, es muy probable que la euforia del mercado se intensifique. Pero debemos estar claros: la flexibilización puede aliviar una crisis inmediata, pero no puede curar enfermedades crónicas a largo plazo. El número de quiebras empresariales en 2024 ya ha alcanzado un máximo de 14 años, y el impacto de las altas tasas de interés sobre la deuda sigue fermentando. En este momento, si la flexibilización se maneja incorrectamente, el mercado tarde o temprano le devolverá a Powell una "bofetada" más resonante en forma de "recompra".

Al final, abrir el grifo de la liquidez solo requiere un instante, pero cerrarlo a menudo conlleva un costo. En este momento, el aumento de las acciones y el oro no es más que un ensayo; el verdadero misterio se esconde más adelante: cuando la inundación de dólares se derrame, ¿quién será el que pague la cuenta final?
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