En el contexto de las sanciones impuestas por Estados Unidos, Venezuela ha explorado alternativas para operar al margen del sistema financiero convencional. Una de estas opciones podría ser el uso de stablecoins vinculadas al dólar. Aunque no existe una confirmación oficial, circulan rumores de que el Banco Central de Venezuela (BCV) podría estar considerando el uso de estas criptomonedas estables para manejar fondos, particularmente en transacciones relacionadas con el sector petrolero.
No obstante, esta estrategia conlleva un riesgo significativo: las empresas emisoras de stablecoins centralizadas tienen la facultad de **bloquear o congelar fondos** si reciben solicitudes de entidades reguladoras como la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) de EE.UU. Esto se debe a que estas stablecoins, a pesar de operar en redes blockchain, **no son descentralizadas**. Las empresas emisoras pueden intervenir directamente en los contratos inteligentes y limitar el acceso a determinadas carteras.
Es importante destacar que, para mediados de 2025, se habían congelado más de **2.900 millones de dólares** en stablecoins centralizadas por actividades ilícitas o por mandatos gubernamentales. También se recuerda que en 2023 se bloquearon más de 160 direcciones digitales asociadas a estas monedas estables.
Expertos en criptomonedas advierten que **poseer las claves privadas de una cartera de stablecoins centralizadas no garantiza un control absoluto**, ya que las empresas emisoras pueden intervenir sin necesidad de acceso directo. Esto plantea un dilema para Venezuela: **depender de un activo controlado por una entidad sujeta a las leyes del país que impone las sanciones**.
Además, se cuestiona la transparencia de algunas empresas emisoras de stablecoins, dado que no han presentado auditorías públicas exhaustivas que confirmen que todas sus monedas están respaldadas por dólares reales.
Aunque algunos analistas consideran que el BCV no cuenta con la infraestructura necesaria para utilizar stablecoins de manera oficial, existe la posibilidad de que funcionarios o intermediarios las estén empleando de forma extraoficial. En tal caso, el riesgo recaería sobre individuos, no directamente sobre el Estado.
Por otra parte, **el uso de stablecoins entre ciudadanos y empresas venezolanas ha experimentado un crecimiento acelerado**. Con una inflación acumulada del 85% en 2024, muchas personas las utilizan como refugio de valor y medio de pago. En grupos de mensajería instantánea se intercambian bolívares por estas monedas digitales con tasas muy próximas al dólar. Incluso algunas compañías petroleras han comenzado a pagar salarios en criptomonedas estables ante la escasez de divisas tradicionales.
El economista Asdrúbal Oliveros describe este fenómeno como una transformación profunda del sistema financiero venezolano. Sin embargo, es crucial señalar que, si bien las stablecoins ofrecen soluciones prácticas en medio de la crisis, **su control centralizado representa un riesgo estratégico**. Como expresó un usuario en redes sociales: "Es como confiar las llaves de tu hogar a un extraño y esperar que no decida cambiar la cerradura".
Gate, como plataforma de intercambio de criptomonedas, recomienda a los usuarios estar informados sobre los riesgos asociados al uso de stablecoins centralizadas y considerar alternativas más descentralizadas para proteger sus activos digitales.
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En el contexto de las sanciones impuestas por Estados Unidos, Venezuela ha explorado alternativas para operar al margen del sistema financiero convencional. Una de estas opciones podría ser el uso de stablecoins vinculadas al dólar. Aunque no existe una confirmación oficial, circulan rumores de que el Banco Central de Venezuela (BCV) podría estar considerando el uso de estas criptomonedas estables para manejar fondos, particularmente en transacciones relacionadas con el sector petrolero.
No obstante, esta estrategia conlleva un riesgo significativo: las empresas emisoras de stablecoins centralizadas tienen la facultad de **bloquear o congelar fondos** si reciben solicitudes de entidades reguladoras como la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) de EE.UU. Esto se debe a que estas stablecoins, a pesar de operar en redes blockchain, **no son descentralizadas**. Las empresas emisoras pueden intervenir directamente en los contratos inteligentes y limitar el acceso a determinadas carteras.
Es importante destacar que, para mediados de 2025, se habían congelado más de **2.900 millones de dólares** en stablecoins centralizadas por actividades ilícitas o por mandatos gubernamentales. También se recuerda que en 2023 se bloquearon más de 160 direcciones digitales asociadas a estas monedas estables.
Expertos en criptomonedas advierten que **poseer las claves privadas de una cartera de stablecoins centralizadas no garantiza un control absoluto**, ya que las empresas emisoras pueden intervenir sin necesidad de acceso directo. Esto plantea un dilema para Venezuela: **depender de un activo controlado por una entidad sujeta a las leyes del país que impone las sanciones**.
Además, se cuestiona la transparencia de algunas empresas emisoras de stablecoins, dado que no han presentado auditorías públicas exhaustivas que confirmen que todas sus monedas están respaldadas por dólares reales.
Aunque algunos analistas consideran que el BCV no cuenta con la infraestructura necesaria para utilizar stablecoins de manera oficial, existe la posibilidad de que funcionarios o intermediarios las estén empleando de forma extraoficial. En tal caso, el riesgo recaería sobre individuos, no directamente sobre el Estado.
Por otra parte, **el uso de stablecoins entre ciudadanos y empresas venezolanas ha experimentado un crecimiento acelerado**. Con una inflación acumulada del 85% en 2024, muchas personas las utilizan como refugio de valor y medio de pago. En grupos de mensajería instantánea se intercambian bolívares por estas monedas digitales con tasas muy próximas al dólar. Incluso algunas compañías petroleras han comenzado a pagar salarios en criptomonedas estables ante la escasez de divisas tradicionales.
El economista Asdrúbal Oliveros describe este fenómeno como una transformación profunda del sistema financiero venezolano. Sin embargo, es crucial señalar que, si bien las stablecoins ofrecen soluciones prácticas en medio de la crisis, **su control centralizado representa un riesgo estratégico**. Como expresó un usuario en redes sociales: "Es como confiar las llaves de tu hogar a un extraño y esperar que no decida cambiar la cerradura".
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