La carrera hacia la neutralidad de carbono para 2040 acaba de chocar con un enorme obstáculo. Los centros de datos—la columna vertebral de todo, desde la computación en la nube hasta las redes de blockchain—están consumiendo energía a tasas sin precedentes. Estamos hablando de instalaciones que nunca duermen, procesando constantemente transacciones y operaciones de minería.

Aquí está la incómoda verdad: mientras las empresas públicamente defienden iniciativas verdes, sus granjas de servidores hambrientas de energía cuentan una historia diferente. El sector de la minería de criptomonedas ha sido objeto de escrutinio durante años por su consumo de electricidad, pero ahora toda la infraestructura digital está bajo el microscopio.

¿Puede la industria realmente cumplir con estos ambiciosos compromisos climáticos, o estamos presenciando otro caso de lavado de imagen corporativo? El tiempo apremia y los medidores de energía siguen girando.