La órbita de Bitcoin sigue expandiéndose semana tras semana.

Cada siete días, nuevas caras tropiezan con este espacio—al principio escépticas, aferrándose con fuerza a sus creencias en el dinero fiduciario. Luego, algo hace clic. Comienzan a dar vueltas a las mismas preguntas que los veteranos se hacían hace años: "Espera, ¿esto es realmente dinero sólido?" "¿Por qué no lo vi antes?"

El patrón se repite sin fin. La codicia inicial se transforma en algo más profundo—llámalo convicción, llámalo responsabilidad. Lo que empieza como "el número sube" evoluciona hacia la protección de algo más grande que el beneficio personal. Millones han recorrido exactamente este camino, deshaciéndose de los mismos conceptos erróneos, llegando a conclusiones similares.

El efecto red no se está ralentizando. Se está acelerando.