El último avance es que el padre de los chips de la serie M ha presentado su dimisión y Cook quiere crear la figura de CTO para retenerlo. El padre del iPod también empieza a publicitar que él es la persona más adecuada para suceder a Tim Cook como CEO de Apple.
Autor del artículo: Ai Lun (艾伦)
Fuente: New Wisdom Source (新智元) (ID: AI_era)
En Cupertino, California, en 2025, el sol sigue bañando sin reparos las enormes superficies de vidrio curvado de Apple Park.
Este edificio, que costó 5.000 millones de dólares y que Steve Jobs consideró la última gran obra de su vida, se asemeja a una nave alienígena posada en la Tierra, símbolo de un orden casi divino y perfecto.
Aquí, hasta el diseño de las cajas tiene patente; la posición de cada árbol ha sido calculada al milímetro, y el aire está impregnado de una obsesión extrema por el “control”.
Sin embargo, dentro de este santuario considerado el “Vaticano” del mundo tecnológico, se está gestando una agitación sutil pero letal.
Los ingenieros, diseñadores y arquitectos más brillantes, que antes veían la acreditación de Apple como el más alto honor de su carrera, ahora buscan en masa “botes salvavidas”.
No se van por falta de beneficios ni por estar hartos del sol californiano.
Se marchan porque sienten que, aunque la nave sigue navegando con aparente estabilidad, parece haber perdido el rumbo hacia el futuro.
Conducen hacia el norte, cruzando la interestatal 280, buscando el campus de Meta en Menlo Park o la sede de OpenAI en San Francisco, repleta de geeks y de idealismo.
Es una migración impulsada por la fe.
Según múltiples fuentes, como Bloomberg y The Wall Street Journal, Apple atraviesa la mayor fuga de talento desde el regreso de Steve Jobs en 1997.
Desde diseñadores que definieron el tacto del iPhone, hasta los creadores de chips que sostienen la potencia de cientos de millones de dispositivos, pasando por expertos en algoritmos que buscaban abrirse paso en la ola de la IA generativa, cada nombre en la lista de bajas es suficiente para que los cazatalentos de la competencia pierdan el sueño de la emoción.
Si durante los últimos veinte años el centro de gravedad del talento en Silicon Valley estaba en Cupertino, ahora ese campo magnético está experimentando una inversión de polos.
Es el chirrido cuando la rueda de la historia tecnológica gira de dirección.
Éxodo del alma del diseño: cuando el perfeccionismo enfrenta el caos generativo
En Apple, el equipo de diseño (Industrial Design & Human Interface) no es solo un departamento, es el alma de la empresa, la voluntad suprema por encima de ingeniería y finanzas.
Sin embargo, este club de élite, que era un bloque sólido, ahora es el epicentro de la fuga de talento.
El giro de Alan Dye y la apuesta de Meta
Alan Dye, un nombre quizás poco conocido fuera de Apple, es internamente el guardián de la elegancia y humanidad del software de Apple tras la marcha de Jony Ive.
Como vicepresidente de diseño de interfaces humanas, lideró el diseño de iOS, watchOS y la sorprendente (y polémica) interfaz de Vision Pro.
Tras 19 años en Apple, lleva el minimalismo grabado en los huesos.
Pero a finales de 2025, Alan Dye decide marcharse.
Su siguiente destino: Meta.
Este salto ha causado tanto revuelo en Silicon Valley como cuando Anthony Levandowski saltó de Google a Uber.
¿Por qué Meta?
Para muchos en Apple, Meta era sinónimo de una empresa de datos tosca, incluso algo “maléfica”.
Pero Zuckerberg está convirtiendo Meta, con una inversión casi loca, en un nuevo laboratorio de innovación en hardware.
Junto a Alan Dye se va su mano derecha, Billy Sorrentino, también figura clave en el equipo de diseño de Apple.
Antes que ellos, Meta ya había captado numerosos talentos clave del equipo de diseño de Apple.
Este éxodo revela la colisión de dos filosofías de diseño.
Modelo Apple: busca la perfección de lo predecible. Cada esquina redondeada, cada frame de animación, cada sombra, están meticulosamente diseñados y controlados. El diseñador es Dios, el usuario pasea por el Edén construido por ese Dios.
Modelo Meta/IA: busca la posibilidad generativa. En la era de la IA, la interfaz ya no es estática, sino fluida y generada. El diseñador ya no controla cada píxel, diseña reglas para que la IA genere la interfaz.
Para un diseñador top como Alan Dye, Vision Pro, aunque exquisito, sigue siendo la cima del viejo paradigma: sigue siendo una pantalla (aunque virtual).
Pero el prototipo Orion de Meta y la visión de “inteligencia incorporada” de Zuckerberg, aunque tosca, ofrecen un lienzo más salvaje y menos restringido.
Están cansados de perfeccionar un bisel de 0,1 mm durante años; ansían definir el lenguaje de interacción de la próxima década, quizás uno donde ni siquiera haya pantalla.
La brutalidad del salario
Por supuesto, más allá de la vocación, la “capacidad de billetes” de Meta es un factor imposible de ignorar.
Según fuentes internas, para captar talento top de IA y diseño de Apple, Meta ofrece paquetes salariales astronómicos.
Algunos arquitectos clave llegan a tener una media anual de hasta 25 millones de dólares sumando bonus y acciones (RSU).
Esta estructura salarial refleja la mentalidad de guerra de Zuckerberg.
En un memorando interno ha citado los misiles “Patriot”, y en la guerra por el talento, claramente emplea armas nucleares.
En comparación, aunque Apple paga bien, su sistema de compensación es más rígido, y con la cotización de la acción estabilizada, las RSU ya no tienen el potencial de crecimiento de un Meta u OpenAI a punto de explotar con la IA.
La duda del “creador”, la preocupación por el imperio de los chips
Si la marcha de los diseñadores es perder la “cara”, el titubeo de Johny Srouji podría hacer que Apple pierda las “entrañas”.
La piedra angular silenciosa
En el actual equipo ejecutivo de Apple, nadie es tan insustituible como Srouji.
Como vicepresidente senior de tecnologías de hardware, es el as silencioso de Apple.
Desde su llegada en 2008, construyó el equipo Apple Silicon desde cero: empezó con el A4, llevó los chips de la serie A a ser imbatibles en móviles y, con la serie M, resucitó el Mac y liberó a Apple de la dependencia de Intel. Srouji es el excavador del foso de Apple, valorado en billones.
Es gracias a sus chips que Apple logra el equilibrio imposible entre consumo y rendimiento, permitiendo que un MacBook Air edite vídeo 8K sin enchufar el cargador.
Es el “creador” del mundo del hardware.
“No hay lugar para mí salvo el CEO”
Pero a finales de 2025, un viento frío sopla en la oficina de Srouji.
Bloomberg revela: Srouji ha informado a Tim Cook de que está “considerando seriamente” abandonar Apple.
No es una jubilación cualquiera.
Los rumores dicen que su actitud es incluso de cierta determinación.
Aunque frases como “Hazme CEO o me voy” pueden sonar exageradas, aciertan en el núcleo: el techo del poder técnico en Apple ya se ha alcanzado.
El plan de sucesión parece inclinarse por John Ternus (jefe de hardware) o directivos con perfil de operaciones, en línea con el estilo “prudente” de Cook.
Para alguien con la autoridad técnica de Srouji, si no puede alcanzar el cetro supremo y hay gigantes como Intel, OpenAI u otros dispuestos a darle su propio reino de chips, irse es una opción racional.
El “efecto mariposa” de perder a Srouji
Si Srouji se va, el daño sería nuclear y con efectos retardados:
Brecha técnica: el ciclo de desarrollo de chips es de 3-5 años. El iPhone 18 del año que viene quizá no se vea afectado, pero ¿quién decidirá los chips de 2 nm o 1 nm de 2028?
Avalancha de talento: el diseño de chips depende de grandes líderes. La autoridad de Srouji une a un enorme ejército entre Haifa, Austin y Silicon Valley. Sin él, Qualcomm, Nvidia o Microsoft podrían desmontar el equipo a golpe de talonario.
Turbulencia de capital: Wall Street valora alto a Apple por la confianza en su liderazgo en hardware. Si eso se tambalea, la capacidad de cobrar primas de Apple se resentirá mucho.
El extravío de la IA: de la “muerte de Siri” al “encanto de OpenAI”
En Silicon Valley hay dos tipos de marcha: el retiro triunfal y el abandono por impotencia.
La salida gris de John Giannandrea es claramente del segundo tipo.
Siete años perdidos
En 2018, cuando Giannandrea llegó de Google a Apple con aura de “comandante en IA”, muchos pensaron que salvaría a Siri, ese asistente propenso a chistes malos y malentendidos.
Pero, siete años después, Siri sigue torpe y, con la irrupción de ChatGPT, parece una reliquia.
En diciembre de 2025, Apple anuncia que Giannandrea dejará su puesto de vicepresidente senior de AI/ML y se jubilará en primavera de 2026.
Le sucede Amar Subramanya, exdirectivo de Microsoft y Google.
Apple reconoce así el fracaso total de su primera etapa en IA.
Prisioneros de la cultura: el precio de la privacidad
¿Por qué el jefe de IA de Google fracasa en Apple?
El conflicto es cultural.
El progreso en IA, especialmente en la era de los grandes modelos, depende de la apertura académica, la colaboración open-source y el acceso masivo a datos.
OpenAI triunfa por su “locura pública”.
En Apple, el secreto es religión y orden.
Isla académica: los investigadores de Apple tienen prohibido publicar libremente en NeurIPS, ICML, etc. Para los científicos top, no publicar es “morir” en la academia. Apple no puede atraer a los doctorandos más ambiciosos.
Mendigos de computación: increíblemente, se ha informado que los equipos de IA de Apple “mendigaban” recursos. Su infraestructura de centros de datos está pensada para iCloud, no para el alto caudal de entrenamiento de grandes modelos. Mientras Meta acapara decenas de miles de H100, los ingenieros de Apple sufren por las cuotas de GPU.
Deuda técnica de Siri: Giannandrea gastó años parchando el viejo, basado en reglas, código de Siri, intentando construir un rascacielos sobre cimientos antiguos, en vez de reiniciar como OpenAI y apostar por arquitecturas generativas tipo Transformer.
La fuga a OpenAI: cambio de fe
Mientras tanto, OpenAI es el mayor receptor de talento de IA de Apple.
Solo en un mes, decenas de ingenieros de Apple se sumaron a los equipos de hardware y modelos de OpenAI.
El caso más sonado es Pang Ruoming, exjefe de modelos fundacionales de Apple.
Lectura recomendada: 200 millones en cuatro años, ¡por fin se revela la salida del genio de Apple! Pang Ruoming se despide en su carta, debacle de la IA en Apple.
Su marcha frenó el desarrollo de modelos fundacionales en Apple.
Otros como Tom Gunter o Frank Chu también se pasaron a Meta u OpenAI.
Este flujo es un “cambio de religión”.
En la era en que la IA define el futuro, los ingenieros prefieren ir donde la IA es el producto central, el “dios”, y no un departamento accesorio para mejorar las fotos del iPhone.
Venganza espectral: el imperio en la sombra de Jony Ive
La fuga de talento de Apple no es solo dispersa: hay un “receptor” organizado, la alianza entre el exjefe de diseño Jony Ive y el CEO de OpenAI, Sam Altman.
La llamada del “viejo amor”
Aunque Ive se fue hace años, su espíritu sigue vivo en el equipo de diseño de Apple.
Ahora, a través de LoveFrom y en alianza con OpenAI, está recuperando a sus antiguos compañeros.
Según The New York Times y otros, LoveFrom, la empresa de Ive, colabora con OpenAI en un dispositivo de hardware llamado el “iPhone de la era de la IA”.
Para ello, Ive no solo se llevó a Tang Tan (exvicepresidente de diseño de producto iPhone), sino que está captando sistemáticamente al equipo de hardware de Apple.
Ataque a doble nivel
Esto supone un doble golpe para Apple.
Por un lado, fuga de talento.
Ive no se lleva programadores, sino artesanos capaces de integrar chips, módulos de refrigeración y baterías en carcasas de cristal y aluminio minimalistas. Es el activo más valioso y difícil de copiar de Apple.
Por otro, bloqueo de la hoja de ruta.
Apple también desarrolla hardware IA (gafas inteligentes, HomePod con pantalla, robots). Pero la alianza Ive-Altman implica la llegada de un nuevo producto con cerebro ChatGPT y estética Apple.
Para los ingenieros frustrados de Apple, crear en OpenAI un dispositivo “sin pantalla, solo voz, capaz de entender emociones”, suena mucho más emocionante que mover la cámara del iPhone cada año o reducir 0,5 mm el marco.
La ruptura de las “esposas de oro” y el efecto boomerang del retorno obligatorio
Más allá de visiones y estrategias, hay factores prácticos: política de oficina y estructura salarial.
La arrogancia del retorno obligatorio
Cook cree firmemente que la “serendipia” proviene del contacto cara a cara, por lo que Apple es la gran tecnológica más estricta con la política de retorno a la oficina (RTO).
Obliga a los empleados a estar en la oficina al menos tres días por semana (normalmente lunes, martes y jueves).
Para los ingenieros de IA y software acostumbrados al remoto, volver a fichar en Cupertino es un suplicio de tráfico (el Bay Area es un infierno) y una señal de desconfianza.
Un exingeniero senior de ML despotrica en Blind: “En casa trabajo 12 horas entrenando modelos; en Apple Park pierdo 2 horas en el tráfico y en la oficina abierta me pongo los cascos de cancelación de ruido para fingir que no estoy. No es solo cuestión de productividad, es una cuestión de dignidad”.
En cambio, muchas startups y empresas como Airbnb o Atlassian permiten “trabajar desde cualquier sitio”. Incluso Meta, que también aplica RTO, es más flexible.
Cuando un ingeniero senior de ML descubre que puede programar para OpenAI desde su chalet en Lake Tahoe (de ahí el nombre de macOS 26), en vez de atascarse en la 101, la carta de dimisión está en camino.
La atracción de la acción se agota
Durante mucho tiempo, las RSU de Apple eran las “esposas de oro” del Silicon Valley.
Pero con Apple superando los 3,5 billones de dólares de valoración, muchos empleados ven el potencial de crecimiento agotado.
“Si entraste en 2010, viajabas en cohete; en 2025, viajas en crucero”.
En comparación, OpenAI, SpaceX o incluso Meta, reavivada por la IA, tienen un potencial de multiplicación de opciones mucho mayor.
La valoración de OpenAI ha pasado en pocos años de decenas a cientos de miles de millones, un efecto de riqueza exponencial mucho más atractivo para la nueva generación de genios que el lento y estable crecimiento de Apple.
Operación inversa: la fortaleza legal y defensiva de Apple
Por supuesto, Apple no se queda de brazos cruzados.
En esta guerra por el talento, Cook muestra su maestría táctica: cuando la defensa técnica flaquea, refuerza el muro legal.
Jennifer Newstead: combatir veneno con veneno
En el peor momento de la fuga de talento, Cook logra una “contra-captación” magistral.
Apple ficha a la jefa legal de Meta, Jennifer Newstead, como nueva directora jurídica, sustituyendo a la saliente Katherine Adams.
Una jugada estratégica y hasta con cierto humor negro.
Newstead acaba de lograr que Meta gane una emblemática batalla antimonopolio frente a la FTC, salvando Instagram y WhatsApp de la escisión.
Considerada una de las abogadas más duras de Washington, fue consejera legal del Departamento de Estado y redactora de la Patriot Act.
La supervivencia es lo primero
Apple afronta ahora una demanda antimonopolio sin precedentes del DOJ, que busca desmantelar su “jardín amurallado”.
En la UE, la DMA ha agujereado el modelo de negocio de la App Store.
Al fichar a Newstead, el mensaje es claro: podemos ir por detrás en IA, pero en la guerra de supervivencia (antimonopolio), tenemos que ganar.
Mientras mantenga el control de la App Store y el ecosistema del iPhone, Apple tendrá suficiente flujo de caja para, con adquisiciones o I+D, recuperar el terreno en IA.
Muestra el pragmatismo de Cook como maestro de operaciones: cuando la innovación se atasca, lo primero es proteger el foso ante el asalto regulatorio.
La sucesión: John Ternus y el ocaso de Cook
Todo el movimiento de personal apunta a una cuestión central: el relevo de poder.
La disolución del gabinete Cook
Entre 2025 y 2026, la cúpula de Apple experimenta una renovación total.
Quizá sea el final del “gabinete Cook”:
Katherine Adams: directora jurídica, jubilada.
Lisa Jackson: exdirectora de la EPA de Obama y vicepresidenta de medioambiente y políticas, jubilada.
Jeff Williams: director de operaciones, antes el más parecido a Cook, ahora marginado y con más de 60 años.
Phil Schiller: jefe de la App Store, sigue como “Apple Fellow”, pero su influencia real cae.
Todos juntos, significan el desmantelamiento de la superestructura de estabilidad de la última década en Apple.
John Ternus: el “buen chico” elegido
Entre los potenciales sucesores, John Ternus, vicepresidente senior de hardware, es el favorito.
Según Polymarket, tiene un 55% de probabilidades de suceder a Cook.
Ternus, 50 años, joven, guapo, extremadamente racional.
Dentro de Apple es conocido por su cooperación, estabilidad emocional y obsesión por los detalles.
Una anécdota popular: de joven discutió de madrugada con un proveedor, lupa en mano, por las ranuras de los tornillos de un iMac; el proveedor hizo 25, Apple diseñó 35.
Ese perfeccionismo cautiva a Cook.
Pero el problema es que Ternus se parece demasiado a Cook.
Es un ejecutor perfecto, pero rara vez muestra la pasión intuitiva de Jobs por el producto.
Se le critica por evitar riesgos, lo que hace que el equipo de hardware no se atreva con innovaciones audaces.
Si Ternus toma el relevo, afronta un inicio infernal: ¿cómo imponerse a veteranos como Craig Federighi? ¿Cómo retener a talentos como Srouji? ¿Cómo reinventar Apple en la era de la IA?
La mano temblorosa de Cook y el crepúsculo de una era
Incluso el aparentemente inquebrantable Tim Cook muestra ya signos del paso del tiempo.
Aunque sigue levantándose a las 4 de la mañana, en actos públicos se nota un leve temblor en sus manos.
Quizá sea fisiológico, quizá el resultado de una presión inmensa.
Cook es, sin duda, un grande. Multiplicó el valor de Apple y creó una cadena de suministro insuperable.
Pero es el ganador de otra época. Cuando en la Casa Blanca regala a Trump una bandeja de Corning con base de oro de 24K, sigue usando la vieja lógica (manufactura, aranceles, proteccionismo) para defender los intereses de Apple.
Mientras tanto, Altman de OpenAI reescribe las reglas del mundo con diplomacia de computación y la visión de la AGI.
A finales de 2025, Apple sigue siendo la empresa más rentable del planeta.
El centro de visitantes de Apple Park sigue abarrotado.
Pero bajo esa fortaleza perfecta, la corriente subterránea ya es río.
La marcha de decenas de directivos e ingenieros señala quizá un cambio de paradigma innovador en Silicon Valley.
Meta reimagina los límites del hardware y la socialización con espíritu hacker, OpenAI define el futuro de la inteligencia con la brutalidad de la computación.
Y Apple, la empresa que encarnó el “Think Different”, ahora parece demasiado igual: igual ritmo de iteración, igual estructura directiva, igual prudencia.
El flujo del talento siempre es el indicador más honesto de la salud de una industria.
Cuando las mentes más brillantes creen que “otro lugar” es más interesante, ni el sueldo, ni los edificios perfectos, ni los comedores gratuitos pueden retenerlos.
Porque estos creadores no solo buscan un empleo: quieren participar en el futuro.
Para Cook y el elegido Ternus, el reto es si podrán reavivar esa llama de idealismo que mantenía desvelados a los ingenieros noche tras noche.
De lo contrario, como decía Hemingway en “Fiesta”: “El sol también se eleva, pero ya no brilla sobre el mismo imperio”.
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Cook se despide de Apple: comienza la batalla por el CEO entre los "nueve herederos".
El último avance es que el padre de los chips de la serie M ha presentado su dimisión y Cook quiere crear la figura de CTO para retenerlo. El padre del iPod también empieza a publicitar que él es la persona más adecuada para suceder a Tim Cook como CEO de Apple.
Autor del artículo: Ai Lun (艾伦)
Fuente: New Wisdom Source (新智元) (ID: AI_era)
En Cupertino, California, en 2025, el sol sigue bañando sin reparos las enormes superficies de vidrio curvado de Apple Park.
Este edificio, que costó 5.000 millones de dólares y que Steve Jobs consideró la última gran obra de su vida, se asemeja a una nave alienígena posada en la Tierra, símbolo de un orden casi divino y perfecto.
Aquí, hasta el diseño de las cajas tiene patente; la posición de cada árbol ha sido calculada al milímetro, y el aire está impregnado de una obsesión extrema por el “control”.
Sin embargo, dentro de este santuario considerado el “Vaticano” del mundo tecnológico, se está gestando una agitación sutil pero letal.
Los ingenieros, diseñadores y arquitectos más brillantes, que antes veían la acreditación de Apple como el más alto honor de su carrera, ahora buscan en masa “botes salvavidas”.
No se van por falta de beneficios ni por estar hartos del sol californiano.
Se marchan porque sienten que, aunque la nave sigue navegando con aparente estabilidad, parece haber perdido el rumbo hacia el futuro.
Conducen hacia el norte, cruzando la interestatal 280, buscando el campus de Meta en Menlo Park o la sede de OpenAI en San Francisco, repleta de geeks y de idealismo.
Es una migración impulsada por la fe.
Según múltiples fuentes, como Bloomberg y The Wall Street Journal, Apple atraviesa la mayor fuga de talento desde el regreso de Steve Jobs en 1997.
Desde diseñadores que definieron el tacto del iPhone, hasta los creadores de chips que sostienen la potencia de cientos de millones de dispositivos, pasando por expertos en algoritmos que buscaban abrirse paso en la ola de la IA generativa, cada nombre en la lista de bajas es suficiente para que los cazatalentos de la competencia pierdan el sueño de la emoción.
Si durante los últimos veinte años el centro de gravedad del talento en Silicon Valley estaba en Cupertino, ahora ese campo magnético está experimentando una inversión de polos.
Es el chirrido cuando la rueda de la historia tecnológica gira de dirección.
Éxodo del alma del diseño: cuando el perfeccionismo enfrenta el caos generativo
En Apple, el equipo de diseño (Industrial Design & Human Interface) no es solo un departamento, es el alma de la empresa, la voluntad suprema por encima de ingeniería y finanzas.
Sin embargo, este club de élite, que era un bloque sólido, ahora es el epicentro de la fuga de talento.
El giro de Alan Dye y la apuesta de Meta
Alan Dye, un nombre quizás poco conocido fuera de Apple, es internamente el guardián de la elegancia y humanidad del software de Apple tras la marcha de Jony Ive.
Como vicepresidente de diseño de interfaces humanas, lideró el diseño de iOS, watchOS y la sorprendente (y polémica) interfaz de Vision Pro.
Tras 19 años en Apple, lleva el minimalismo grabado en los huesos.
Pero a finales de 2025, Alan Dye decide marcharse.
Su siguiente destino: Meta.
Este salto ha causado tanto revuelo en Silicon Valley como cuando Anthony Levandowski saltó de Google a Uber.
¿Por qué Meta?
Para muchos en Apple, Meta era sinónimo de una empresa de datos tosca, incluso algo “maléfica”.
Pero Zuckerberg está convirtiendo Meta, con una inversión casi loca, en un nuevo laboratorio de innovación en hardware.
Junto a Alan Dye se va su mano derecha, Billy Sorrentino, también figura clave en el equipo de diseño de Apple.
Antes que ellos, Meta ya había captado numerosos talentos clave del equipo de diseño de Apple.
Este éxodo revela la colisión de dos filosofías de diseño.
Modelo Apple: busca la perfección de lo predecible. Cada esquina redondeada, cada frame de animación, cada sombra, están meticulosamente diseñados y controlados. El diseñador es Dios, el usuario pasea por el Edén construido por ese Dios.
Modelo Meta/IA: busca la posibilidad generativa. En la era de la IA, la interfaz ya no es estática, sino fluida y generada. El diseñador ya no controla cada píxel, diseña reglas para que la IA genere la interfaz.
Para un diseñador top como Alan Dye, Vision Pro, aunque exquisito, sigue siendo la cima del viejo paradigma: sigue siendo una pantalla (aunque virtual).
Pero el prototipo Orion de Meta y la visión de “inteligencia incorporada” de Zuckerberg, aunque tosca, ofrecen un lienzo más salvaje y menos restringido.
Están cansados de perfeccionar un bisel de 0,1 mm durante años; ansían definir el lenguaje de interacción de la próxima década, quizás uno donde ni siquiera haya pantalla.
La brutalidad del salario
Por supuesto, más allá de la vocación, la “capacidad de billetes” de Meta es un factor imposible de ignorar.
Según fuentes internas, para captar talento top de IA y diseño de Apple, Meta ofrece paquetes salariales astronómicos.
Algunos arquitectos clave llegan a tener una media anual de hasta 25 millones de dólares sumando bonus y acciones (RSU).
Esta estructura salarial refleja la mentalidad de guerra de Zuckerberg.
En un memorando interno ha citado los misiles “Patriot”, y en la guerra por el talento, claramente emplea armas nucleares.
En comparación, aunque Apple paga bien, su sistema de compensación es más rígido, y con la cotización de la acción estabilizada, las RSU ya no tienen el potencial de crecimiento de un Meta u OpenAI a punto de explotar con la IA.
La duda del “creador”, la preocupación por el imperio de los chips
Si la marcha de los diseñadores es perder la “cara”, el titubeo de Johny Srouji podría hacer que Apple pierda las “entrañas”.
La piedra angular silenciosa
En el actual equipo ejecutivo de Apple, nadie es tan insustituible como Srouji.
Como vicepresidente senior de tecnologías de hardware, es el as silencioso de Apple.
Desde su llegada en 2008, construyó el equipo Apple Silicon desde cero: empezó con el A4, llevó los chips de la serie A a ser imbatibles en móviles y, con la serie M, resucitó el Mac y liberó a Apple de la dependencia de Intel. Srouji es el excavador del foso de Apple, valorado en billones.
Es gracias a sus chips que Apple logra el equilibrio imposible entre consumo y rendimiento, permitiendo que un MacBook Air edite vídeo 8K sin enchufar el cargador.
Es el “creador” del mundo del hardware.
“No hay lugar para mí salvo el CEO”
Pero a finales de 2025, un viento frío sopla en la oficina de Srouji.
Bloomberg revela: Srouji ha informado a Tim Cook de que está “considerando seriamente” abandonar Apple.
No es una jubilación cualquiera.
Los rumores dicen que su actitud es incluso de cierta determinación.
Aunque frases como “Hazme CEO o me voy” pueden sonar exageradas, aciertan en el núcleo: el techo del poder técnico en Apple ya se ha alcanzado.
El plan de sucesión parece inclinarse por John Ternus (jefe de hardware) o directivos con perfil de operaciones, en línea con el estilo “prudente” de Cook.
Para alguien con la autoridad técnica de Srouji, si no puede alcanzar el cetro supremo y hay gigantes como Intel, OpenAI u otros dispuestos a darle su propio reino de chips, irse es una opción racional.
El “efecto mariposa” de perder a Srouji
Si Srouji se va, el daño sería nuclear y con efectos retardados:
Brecha técnica: el ciclo de desarrollo de chips es de 3-5 años. El iPhone 18 del año que viene quizá no se vea afectado, pero ¿quién decidirá los chips de 2 nm o 1 nm de 2028?
Avalancha de talento: el diseño de chips depende de grandes líderes. La autoridad de Srouji une a un enorme ejército entre Haifa, Austin y Silicon Valley. Sin él, Qualcomm, Nvidia o Microsoft podrían desmontar el equipo a golpe de talonario.
Turbulencia de capital: Wall Street valora alto a Apple por la confianza en su liderazgo en hardware. Si eso se tambalea, la capacidad de cobrar primas de Apple se resentirá mucho.
El extravío de la IA: de la “muerte de Siri” al “encanto de OpenAI”
En Silicon Valley hay dos tipos de marcha: el retiro triunfal y el abandono por impotencia.
La salida gris de John Giannandrea es claramente del segundo tipo.
Siete años perdidos
En 2018, cuando Giannandrea llegó de Google a Apple con aura de “comandante en IA”, muchos pensaron que salvaría a Siri, ese asistente propenso a chistes malos y malentendidos.
Pero, siete años después, Siri sigue torpe y, con la irrupción de ChatGPT, parece una reliquia.
En diciembre de 2025, Apple anuncia que Giannandrea dejará su puesto de vicepresidente senior de AI/ML y se jubilará en primavera de 2026.
Le sucede Amar Subramanya, exdirectivo de Microsoft y Google.
Apple reconoce así el fracaso total de su primera etapa en IA.
Prisioneros de la cultura: el precio de la privacidad
¿Por qué el jefe de IA de Google fracasa en Apple?
El conflicto es cultural.
El progreso en IA, especialmente en la era de los grandes modelos, depende de la apertura académica, la colaboración open-source y el acceso masivo a datos.
OpenAI triunfa por su “locura pública”.
En Apple, el secreto es religión y orden.
Isla académica: los investigadores de Apple tienen prohibido publicar libremente en NeurIPS, ICML, etc. Para los científicos top, no publicar es “morir” en la academia. Apple no puede atraer a los doctorandos más ambiciosos.
Mendigos de computación: increíblemente, se ha informado que los equipos de IA de Apple “mendigaban” recursos. Su infraestructura de centros de datos está pensada para iCloud, no para el alto caudal de entrenamiento de grandes modelos. Mientras Meta acapara decenas de miles de H100, los ingenieros de Apple sufren por las cuotas de GPU.
Deuda técnica de Siri: Giannandrea gastó años parchando el viejo, basado en reglas, código de Siri, intentando construir un rascacielos sobre cimientos antiguos, en vez de reiniciar como OpenAI y apostar por arquitecturas generativas tipo Transformer.
La fuga a OpenAI: cambio de fe
Mientras tanto, OpenAI es el mayor receptor de talento de IA de Apple.
Solo en un mes, decenas de ingenieros de Apple se sumaron a los equipos de hardware y modelos de OpenAI.
El caso más sonado es Pang Ruoming, exjefe de modelos fundacionales de Apple.
Lectura recomendada: 200 millones en cuatro años, ¡por fin se revela la salida del genio de Apple! Pang Ruoming se despide en su carta, debacle de la IA en Apple.
Su marcha frenó el desarrollo de modelos fundacionales en Apple.
Otros como Tom Gunter o Frank Chu también se pasaron a Meta u OpenAI.
Este flujo es un “cambio de religión”.
En la era en que la IA define el futuro, los ingenieros prefieren ir donde la IA es el producto central, el “dios”, y no un departamento accesorio para mejorar las fotos del iPhone.
Venganza espectral: el imperio en la sombra de Jony Ive
La fuga de talento de Apple no es solo dispersa: hay un “receptor” organizado, la alianza entre el exjefe de diseño Jony Ive y el CEO de OpenAI, Sam Altman.
La llamada del “viejo amor”
Aunque Ive se fue hace años, su espíritu sigue vivo en el equipo de diseño de Apple.
Ahora, a través de LoveFrom y en alianza con OpenAI, está recuperando a sus antiguos compañeros.
Según The New York Times y otros, LoveFrom, la empresa de Ive, colabora con OpenAI en un dispositivo de hardware llamado el “iPhone de la era de la IA”.
Para ello, Ive no solo se llevó a Tang Tan (exvicepresidente de diseño de producto iPhone), sino que está captando sistemáticamente al equipo de hardware de Apple.
Ataque a doble nivel
Esto supone un doble golpe para Apple.
Por un lado, fuga de talento.
Ive no se lleva programadores, sino artesanos capaces de integrar chips, módulos de refrigeración y baterías en carcasas de cristal y aluminio minimalistas. Es el activo más valioso y difícil de copiar de Apple.
Por otro, bloqueo de la hoja de ruta.
Apple también desarrolla hardware IA (gafas inteligentes, HomePod con pantalla, robots). Pero la alianza Ive-Altman implica la llegada de un nuevo producto con cerebro ChatGPT y estética Apple.
Para los ingenieros frustrados de Apple, crear en OpenAI un dispositivo “sin pantalla, solo voz, capaz de entender emociones”, suena mucho más emocionante que mover la cámara del iPhone cada año o reducir 0,5 mm el marco.
La ruptura de las “esposas de oro” y el efecto boomerang del retorno obligatorio
Más allá de visiones y estrategias, hay factores prácticos: política de oficina y estructura salarial.
La arrogancia del retorno obligatorio
Cook cree firmemente que la “serendipia” proviene del contacto cara a cara, por lo que Apple es la gran tecnológica más estricta con la política de retorno a la oficina (RTO).
Obliga a los empleados a estar en la oficina al menos tres días por semana (normalmente lunes, martes y jueves).
Para los ingenieros de IA y software acostumbrados al remoto, volver a fichar en Cupertino es un suplicio de tráfico (el Bay Area es un infierno) y una señal de desconfianza.
Un exingeniero senior de ML despotrica en Blind: “En casa trabajo 12 horas entrenando modelos; en Apple Park pierdo 2 horas en el tráfico y en la oficina abierta me pongo los cascos de cancelación de ruido para fingir que no estoy. No es solo cuestión de productividad, es una cuestión de dignidad”.
En cambio, muchas startups y empresas como Airbnb o Atlassian permiten “trabajar desde cualquier sitio”. Incluso Meta, que también aplica RTO, es más flexible.
Cuando un ingeniero senior de ML descubre que puede programar para OpenAI desde su chalet en Lake Tahoe (de ahí el nombre de macOS 26), en vez de atascarse en la 101, la carta de dimisión está en camino.
La atracción de la acción se agota
Durante mucho tiempo, las RSU de Apple eran las “esposas de oro” del Silicon Valley.
Pero con Apple superando los 3,5 billones de dólares de valoración, muchos empleados ven el potencial de crecimiento agotado.
“Si entraste en 2010, viajabas en cohete; en 2025, viajas en crucero”.
En comparación, OpenAI, SpaceX o incluso Meta, reavivada por la IA, tienen un potencial de multiplicación de opciones mucho mayor.
La valoración de OpenAI ha pasado en pocos años de decenas a cientos de miles de millones, un efecto de riqueza exponencial mucho más atractivo para la nueva generación de genios que el lento y estable crecimiento de Apple.
Operación inversa: la fortaleza legal y defensiva de Apple
Por supuesto, Apple no se queda de brazos cruzados.
En esta guerra por el talento, Cook muestra su maestría táctica: cuando la defensa técnica flaquea, refuerza el muro legal.
Jennifer Newstead: combatir veneno con veneno
En el peor momento de la fuga de talento, Cook logra una “contra-captación” magistral.
Apple ficha a la jefa legal de Meta, Jennifer Newstead, como nueva directora jurídica, sustituyendo a la saliente Katherine Adams.
Una jugada estratégica y hasta con cierto humor negro.
Newstead acaba de lograr que Meta gane una emblemática batalla antimonopolio frente a la FTC, salvando Instagram y WhatsApp de la escisión.
Considerada una de las abogadas más duras de Washington, fue consejera legal del Departamento de Estado y redactora de la Patriot Act.
La supervivencia es lo primero
Apple afronta ahora una demanda antimonopolio sin precedentes del DOJ, que busca desmantelar su “jardín amurallado”.
En la UE, la DMA ha agujereado el modelo de negocio de la App Store.
Al fichar a Newstead, el mensaje es claro: podemos ir por detrás en IA, pero en la guerra de supervivencia (antimonopolio), tenemos que ganar.
Mientras mantenga el control de la App Store y el ecosistema del iPhone, Apple tendrá suficiente flujo de caja para, con adquisiciones o I+D, recuperar el terreno en IA.
Muestra el pragmatismo de Cook como maestro de operaciones: cuando la innovación se atasca, lo primero es proteger el foso ante el asalto regulatorio.
La sucesión: John Ternus y el ocaso de Cook
Todo el movimiento de personal apunta a una cuestión central: el relevo de poder.
La disolución del gabinete Cook
Entre 2025 y 2026, la cúpula de Apple experimenta una renovación total.
Quizá sea el final del “gabinete Cook”:
Katherine Adams: directora jurídica, jubilada.
Lisa Jackson: exdirectora de la EPA de Obama y vicepresidenta de medioambiente y políticas, jubilada.
Jeff Williams: director de operaciones, antes el más parecido a Cook, ahora marginado y con más de 60 años.
Phil Schiller: jefe de la App Store, sigue como “Apple Fellow”, pero su influencia real cae.
Todos juntos, significan el desmantelamiento de la superestructura de estabilidad de la última década en Apple.
John Ternus: el “buen chico” elegido
Entre los potenciales sucesores, John Ternus, vicepresidente senior de hardware, es el favorito.
Según Polymarket, tiene un 55% de probabilidades de suceder a Cook.
Ternus, 50 años, joven, guapo, extremadamente racional.
Dentro de Apple es conocido por su cooperación, estabilidad emocional y obsesión por los detalles.
Una anécdota popular: de joven discutió de madrugada con un proveedor, lupa en mano, por las ranuras de los tornillos de un iMac; el proveedor hizo 25, Apple diseñó 35.
Ese perfeccionismo cautiva a Cook.
Pero el problema es que Ternus se parece demasiado a Cook.
Es un ejecutor perfecto, pero rara vez muestra la pasión intuitiva de Jobs por el producto.
Se le critica por evitar riesgos, lo que hace que el equipo de hardware no se atreva con innovaciones audaces.
Si Ternus toma el relevo, afronta un inicio infernal: ¿cómo imponerse a veteranos como Craig Federighi? ¿Cómo retener a talentos como Srouji? ¿Cómo reinventar Apple en la era de la IA?
La mano temblorosa de Cook y el crepúsculo de una era
Incluso el aparentemente inquebrantable Tim Cook muestra ya signos del paso del tiempo.
Aunque sigue levantándose a las 4 de la mañana, en actos públicos se nota un leve temblor en sus manos.
Quizá sea fisiológico, quizá el resultado de una presión inmensa.
Cook es, sin duda, un grande. Multiplicó el valor de Apple y creó una cadena de suministro insuperable.
Pero es el ganador de otra época. Cuando en la Casa Blanca regala a Trump una bandeja de Corning con base de oro de 24K, sigue usando la vieja lógica (manufactura, aranceles, proteccionismo) para defender los intereses de Apple.
Mientras tanto, Altman de OpenAI reescribe las reglas del mundo con diplomacia de computación y la visión de la AGI.
A finales de 2025, Apple sigue siendo la empresa más rentable del planeta.
El centro de visitantes de Apple Park sigue abarrotado.
Pero bajo esa fortaleza perfecta, la corriente subterránea ya es río.
La marcha de decenas de directivos e ingenieros señala quizá un cambio de paradigma innovador en Silicon Valley.
Meta reimagina los límites del hardware y la socialización con espíritu hacker, OpenAI define el futuro de la inteligencia con la brutalidad de la computación.
Y Apple, la empresa que encarnó el “Think Different”, ahora parece demasiado igual: igual ritmo de iteración, igual estructura directiva, igual prudencia.
El flujo del talento siempre es el indicador más honesto de la salud de una industria.
Cuando las mentes más brillantes creen que “otro lugar” es más interesante, ni el sueldo, ni los edificios perfectos, ni los comedores gratuitos pueden retenerlos.
Porque estos creadores no solo buscan un empleo: quieren participar en el futuro.
Para Cook y el elegido Ternus, el reto es si podrán reavivar esa llama de idealismo que mantenía desvelados a los ingenieros noche tras noche.
De lo contrario, como decía Hemingway en “Fiesta”: “El sol también se eleva, pero ya no brilla sobre el mismo imperio”.