¿Has oído hablar de una historia real? En una isla del Pacífico, los isleños usaron durante generaciones enormes ruedas de piedra como dinero.

Estas piedras había que extraerlas en otra isla a 400 kilómetros en barco, y durante el transporte se podía naufragar y perder la vida en cualquier momento. Precisamente porque conseguirlas era tan difícil, este sistema monetario funcionó con bastante estabilidad durante siglos.

Hasta que en 1871, llegó un capitán estadounidense con dinamita y un barco de vapor: trajo de vuelta fácilmente un cargamento de piedras. Los isleños se quedaron atónitos: la riqueza acumulada por sus antepasados se volvió de repente inútil.

¿Qué nos enseña esto? Que el dinero, en realidad, tiene diferentes niveles de calidad. El criterio para juzgarlo es muy sencillo y directo: **fíjate en la proporción entre stock y flujo**.

• Stock = cantidad total ya en circulación
• Flujo = cantidad que puede emitirse nueva cada año
• Relación alta = difícil de aumentar = dinero fuerte
• Relación baja = se imprime fácilmente = destinado a devaluarse

**¿Por qué el oro ha resistido miles de años?**
La respuesta está en su escasez: minarlo es carísimo, no puede fabricarse, apenas se consume, y el aumento anual de la oferta siempre está entre el 1,5% y el 2%. Por mucho que suba el precio, la producción a corto plazo nunca puede alcanzar la demanda.

Y lo más importante: la dureza del dinero determina el destino de la civilización:
→ Si tienes dinero fuerte: la gente se atreve a invertir en el futuro → progreso tecnológico → prosperidad social
→ Si abunda el dinero blando: ¿quién va a ahorrar? Lo importante es disfrutar el momento → la innovación se detiene

Así que ahora lo entiendes: por eso tanta gente llama al BTC "oro digital"—en el fondo, todos buscan esa proporción perfecta entre stock y flujo.