Dos meses, 3.000 euros convertidos en 200.000.

¿Suena increíble? Pero esto lo vi ocurrir justo delante de mí.

Conozco a un colega que antes, siguiendo señales, perdió 40.000 dólares y quedó totalmente tocado. Por aquel entonces me contactó y en su voz solo había desesperación: “Es mi último dinero.” Yo pensé: si no cambia esa mentalidad, por muchas estrategias que le dé, no servirán de nada.

Los contratos son un arma de doble filo. Si los sabes manejar, realmente puedes ver crecer las cifras de tu cuenta; ¿que no? Cuando el mercado te liquida, ni siquiera parpadea.

Mi consejo fue muy sencillo y directo: empieza con 300 USDT para practicar, abre posiciones de solo 30 USDT cada vez, y pon el apalancamiento al máximo, 100x. Si aciertas la dirección, con solo un 1% de movimiento en el precio puedes duplicar la inversión; si te equivocas, como mucho pierdes esos 30, no te quita el sueño por la noche.

Y luego establecimos unas reglas estrictas:

Si te equivocas, corta la pérdida, sin dudar. Si llega el stop loss, sal inmediatamente, no te enfrentes al mercado con cabezonería. ¿Cinco operaciones fallidas seguidas? Apaga el ordenador y sal a despejarte, operar a lo loco en mercados volátiles es darle tu dinero a los grandes. Cuando ganes, retira beneficios enseguida, al final esas cifras en la cuenta son humo; cada vez que juntes 3.000 USDT, saca la mitad, lo que quede, que sea lo que tenga que ser. Y lo más importante: nunca arriesgues más del 10% de tu capital por operación; operar con poco te permitirá dormir tranquilo.

Siempre he creído en una cosa: el apalancamiento 100x no es un camino al infierno, es un billete directo al paraíso. Solo que en la puerta hay montones de personas que no supieron seguir las reglas.

Ahora este colega ya no persigue subidas ni cae en pánicos, tampoco sueña con hacerse rico de la noche a la mañana. Simplemente sigue la tendencia y controla su propio ritmo.

En el mercado de derivados, el que ríe el último nunca es el más audaz, sino el que sobrevive más tiempo.