La carrera armamentística de la IA revela una división interesante. En el frente del software, hay un empate técnico entre Oriente y Occidente—los algoritmos y modelos evolucionan a velocidades similares. Pero si cambiamos a hardware? Ahí es donde la historia cambia. El silicio cuenta una historia diferente. Empresas como Nvidia han consolidado una posición dominante en la arquitectura de chips, dejando una brecha notable en capacidades de fabricación. Ya no se trata solo de poder de computación—se trata de quién controla la infraestructura física que hace que la IA funcione realmente. El software podría estar poniéndose al día, pero el hardware sigue siendo el cuello de botella.