Dos analistas, John Hannah y Rena Gabber, recentamente plantearon una perspectiva interesante sobre los flujos de inversión en Oriente Medio. ¿Su argumento? Si la administración actual de EE. UU. está presionando para que el capital saudí y las empresas energéticas americanas inviertan miles de millones en los esfuerzos de reconstrucción de Siria, en realidad hay una solución alternativa que no requiere cancelar la Ley Caesar.

Para contextualizar, la Ley Caesar ha sido un gran obstáculo: impone sanciones que hacen que las transacciones a gran escala sean bastante arriesgadas para los inversores. Pero Hannah y Gabber creen que se pueden estructurar estos acuerdos para minimizar la exposición sin esperar cambios legislativos. Piensan en una estructuración creativa de los acuerdos, intermediarios de terceros o en reservar sectores específicos que pasen desapercibidos.

Es un enfoque pragmático. En lugar de apostar a que el estancamiento político se resuelva por sí solo, su propuesta es básicamente: trabaja con las limitaciones que tienes. Si eso es realista para compromisos de miles de millones de dólares, es otra cuestión completamente—los equipos de cumplimiento de las principales compañías energéticas no son precisamente conocidos por su amor a las áreas grises. Pero, como ejercicio de pensamiento, destaca cómo el capital encuentra caminos incluso cuando el panorama regulatorio parece hostil.