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Recientemente, varias noticias que parecen independientes, al analizarlas juntas, empiezan a tener un poco de sentido.

Primero, la SEC cambió de postura de repente. El nuevo presidente declaró públicamente su intención de impulsar la "transición en cadena" y está considerando otorgar exenciones para proyectos innovadores. Justo después, DTCC—que es el centro neurálgico del sistema financiero estadounidense—recibió la aprobación para un piloto de tokenización. ¿Qué significa esto? En el futuro, las acciones de Apple, las participaciones de Tesla, y quizás otros activos tradicionales, podrán circular en la cadena de manera similar a las criptomonedas. Esto no es un juego, sino un proceso para poner "cuentas en cadena" a los activos tradicionales.

Pero tener una cuenta no es suficiente, hace falta dinero para jugar.

Siguiendo la misma línea, la Reserva Federal suelta la noticia: está considerando comprar 400 mil millones de dólares en deuda a corto plazo cada mes. Aunque dicen que es una operación técnica, en realidad, están inyectando liquidez al mercado a lo loco. Piensa en ello: por un lado, activos de acciones que acaban de obtener "pase en cadena", y por otro, dinero caliente que fluye sin parar—¿Qué pasa cuando estas dos fuerzas chocan?

Las operaciones de las instituciones financieras tradicionales no parecen ser casualidad. Desde la relajación de políticas, la construcción de infraestructura, hasta la reserva de fondos, cada paso está cuidadosamente planificado. La pregunta es, cuando Wall Street realmente entre en la batalla en cadena, ¿podrán los inversores minoristas mantener sus fichas?

No te quedes solo mirando las velas K, levanta la vista y observa quiénes están sentados en la mesa.