“La obsesión performativa” desencadena el efecto valle aterrador de los verdaderos constructores. Piensas que solo con suficiente pasión, esfuerzo y el 996, podrás integrarte en el círculo y obtener reconocimiento.
Pero en los ojos de quienes tienen verdadera obsesión, la diligencia fingida es más llamativa que la pereza.
Porque eso no es motivación interna, es una postura “verificada”: Para complacer la estética de los VC, no para crear algo. Lo más embarazoso no es no esforzarse lo suficiente, sino fingir amor solo para obtener financiación. En la mirada del builder, cada noche de actuación, cada ansiedad estratégica, es como un AI torpe intentando pasar la prueba de Turing.
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Cada vez más convencido de una cosa:
“La obsesión performativa” desencadena el efecto valle aterrador de los verdaderos constructores.
Piensas que solo con suficiente pasión, esfuerzo y el 996, podrás integrarte en el círculo y obtener reconocimiento.
Pero en los ojos de quienes tienen verdadera obsesión, la diligencia fingida es más llamativa que la pereza.
Porque eso no es motivación interna, es una postura “verificada”:
Para complacer la estética de los VC, no para crear algo.
Lo más embarazoso no es no esforzarse lo suficiente,
sino fingir amor solo para obtener financiación.
En la mirada del builder, cada noche de actuación, cada ansiedad estratégica, es como un AI torpe intentando pasar la prueba de Turing.