El mercado aún no ha digerido completamente el ritmo de bajada de tipos en 2025, y una guerra encubierta sobre la tendencia de las tasas en 2026 ya ha comenzado entre la Reserva Federal y Wall Street.

El enfoque central es claro: ¿será una o dos bajadas?

La gráfica de puntos oficial de la Reserva Federal muestra una actitud prudente, indicando que en 2026 solo habrá una bajada de 25 puntos básicos. Pero en Wall Street no ven las cosas así. Los principales bancos coinciden en que en 2026 habrá 2 bajadas, acumulando 50 puntos básicos. Incluso algunos bancos de inversión más agresivos advierten que no se puede descartar la posibilidad de que no haya ninguna bajada.

Esto va mucho más allá de simples diferencias numéricas.

La postura "dovish" de la Reserva Federal tiene como objetivo principal gestionar las expectativas para mantener espacio de maniobra en la política y evitar un resurgir de la inflación. La confianza de Wall Street proviene de su seguridad en los modelos económicos: ven que la presión de crecimiento se acumula y creen que la Fed se verá obligada a acelerar el ritmo de bajada de tipos para responder.

¿Y qué significa esto para el mercado? La volatilidad está garantizada. Cada vez que se publiquen datos de empleo o inflación, el mercado reajustará sus expectativas sobre la trayectoria de bajada en 2026, y es inevitable que las bolsas, los mercados de bonos y de divisas tiemblen un poco. Para quienes poseen activos criptográficos, hay una oportunidad interesante: si los datos económicos realmente muestran debilitamiento, las expectativas de Wall Street de "bajar más rápido" prevalecerán, y la liquidez en dólares se flexibilizará aún más. Este cambio en las expectativas podría convertirse en una historia clave que impulse la continuación del alza en Bitcoin y otros activos criptográficos en 2026.

La verdadera decisión no será quién tenga la razón, sino los próximos datos económicos. Crecimiento, empleo, inflación: cada pequeño cambio en estos indicadores influye en el equilibrio de esta partida. La experiencia histórica nos dice que el consenso del mercado suele adelantarse a las políticas. ¿Quién apostará en esta ocasión?