Una empresa líder salió a bolsa y recaudó 8 mil millones, después de deducir varias tasas y comisiones quedaron 7.57 mil millones. ¿Suena mucho, verdad? ¿Y qué pasó después? — Los 7.5 mil millones se invirtieron en productos de inversión, dejando solo 70 millones para operaciones diarias y I+D.

Esta jugada es realmente impresionante. Con 7.5 mil millones en fondos de inversión, con un rendimiento anual conservador, se pueden obtener varias centenas de millones. Así, la empresa puede volver a la rentabilidad. Pero quiero preguntar, ya que no hay escasez de dinero, ¿para qué exactamente salió a bolsa la empresa?

Lo más absurdo es que, cuando emitieron el folleto de venta, detallaron claramente el uso de los fondos, con precisión de céntimo. Investigación tecnológica, actualización de productos, expansión de mercado... Todo claramente especificado. Los accionistas invierten confiando en ese plan.

Pero en cuanto reciben el dinero, cambian de actitud. La promesa de recaudación se convierte en palabras vacías, y los fondos se transforman en depósitos a plazo fijo. ¿Qué están pensando? ¿El proyecto fracasó? ¿O simplemente nunca tuvieron la intención de invertir realmente?

Desde la perspectiva del accionista, cuando entregas tu dinero duro a la empresa, esperas ver innovación tecnológica, expansión del negocio y mejoras en los productos. No para que tu dinero duerma en el banco. Ellos mismos tienen cuentas bancarias, ¿para qué usar la inversión de la empresa?

Este tipo de recaudación que no sigue lo prometido en la emisión debería hacernos reflexionar seriamente sobre qué significa respetar a los inversores.