La expectativa de aumento de tasas del Banco de Japón es como una bomba de agua profunda, que destruye instantáneamente el patrón de arbitraje de bajos intereses que se había formado en el mundo durante años.

Mientras los diferentes actores del mercado aún evalúan los próximos pasos de la Reserva Federal, el impacto real ya ha llegado: el Banco de Japón anunció un aumento de la tasa de referencia hasta el 0.75%, su nivel más alto desde 1995. Lo que le siguió fue una oleada de liquidaciones apalancadas por 6.37 mil millones de dólares, y Bitcoin cayó en respuesta hasta los 89,000 dólares. Detrás de la liquidación está el cierre forzado de operaciones de arbitraje en yenes, lo que también significa que la era de liquidez barata ha llegado oficialmente a su fin.

El origen de esta ola de ventas no reside en el mercado de criptomonedas en sí, sino en un ajuste profundo en el patrón de liquidez global.

Desde el punto de vista técnico, Bitcoin ha tocado ya la línea de tendencia alcista a largo plazo desde 2017. Históricamente, después de caídas superiores al 50% en 2017 y 2021, Bitcoin se ha recuperado de manera enérgica siguiendo esa tendencia. Pero esta vez es diferente: es la primera vez que prueba esa línea de soporte bajo la presión de una transformación macroeconómica. El ritmo de aumentos de tasas del Banco de Japón en el futuro determinará si se trata de una simple fase de volatilidad o de un cambio de tendencia a largo plazo.

En momentos de mayor volatilidad, la estabilidad se vuelve un bien escaso.

Por eso mismo, la importancia de mecanismos como USDD se hace más evidente. Cuando las políticas de los bancos centrales amenazan la estabilidad del sistema financiero tradicional, USDD ofrece una solución estable mediante colateralización excesiva y mecanismos algorítmicos, independientes de la política monetaria de un solo país. No dependiente de los bancos centrales tradicionales, esa es precisamente su ventaja competitiva.