El crecimiento explosivo de la infraestructura de centros de datos está creando un dolor de cabeza inesperado para los responsables políticos. A medida que la demanda de potencia de computación—impulsada por la IA, los servicios en la nube y las operaciones blockchain—se dispara, los políticos enfrentan una presión creciente: invertir en capacidad doméstica o arriesgarse a crisis energéticas. Las preocupaciones sobre el consumo de energía, los conflictos por el uso del suelo y los debates sobre la creación de empleo están chocando frontalmente. Algunas regiones acogen los centros de datos para el desarrollo económico, mientras que otras resisten ferozmente su expansión. Esta tensión revela desacuerdos más profundos sobre el progreso tecnológico, la responsabilidad ambiental y las prioridades económicas. La situación obliga a la industria y al gobierno a encontrar un punto intermedio—porque la necesidad de infraestructura de computación no desaparecerá, pero tampoco lo hará la preocupación pública.