Ali Khamenei no es simplemente un líder espiritual de Irán, sino que también es quien detenta todo el poder político y militar. Desde 1989, cuando asumió el cargo de Líder Supremo, ha mantenido un control absoluto, dirigiendo todas las decisiones internas y externas de la República Islámica de Irán.Khamenei es el sucesor de la línea política dura de Khomeini. Foto: EPA.
Proceso de formación desde una familia con tradición religiosa
Nacido en 1939 en Mashhad, Ali Khamenei creció en una familia con una sólida base religiosa pero en condiciones económicas difíciles. Su padre, un clérigo respetuoso del régimen ascético, enseñaba a sus hijos a vivir con sencillez y con una fuerte orientación espiritual. La familia vivía en una casa estrecha de solo 65 metros cuadrados, donde él estudió y se formó desde la infancia.
Desde pequeño, Khamenei asistió a escuelas religiosas tradicionales en Mashhad. Rápidamente destacó en materias como lógica, filosofía y ley islámica, completando el nivel secundario en 5 años. Un punto de inflexión en su camino de aprendizaje fue cuando estudió en Najaf, Irak, el centro de estudios chií más famoso del mundo islámico. Allí, tuvo la oportunidad de contactar con destacados clérigos como el Ayatollah Hakim y el Ayatollah Shahrudi, pero finalmente decidió regresar a Irán para seguir la voluntad de su padre.
Entre 1958 y 1964, Khamenei fue guiado directamente por destacados grandes ayatolás, entre ellos Ruhollah Khomeini, quien posteriormente sería el líder fundador de la República Islámica. Durante este período, se formaron toda su ideología política y religiosa.
Convertirse en el brazo derecho de Khomeini en el movimiento revolucionario
Desde 1962, en Qom, Khamenei inició su actividad política al unirse al movimiento opositor liderado por el Ayatollah Khomeini, con el objetivo de oponerse al régimen monárquico del Shah Mohammad Reza Pahlavi. La relación entre Khamenei y Khomeini se desarrolló en una lealtad absoluta: consideraba que todas las iniciativas de Khomeini provenían de la base revolucionaria islámica.
Durante 17 años, desde 1962 hasta 1979, Khamenei fue perseguido, torturado y encarcelado por participar en actividades políticas. Sin embargo, nunca se rindió ni se doblegó. Esta firmeza más tarde se convirtió en su credencial de confianza dentro del nuevo sistema.
Rápido avance tras la revolución de 1979
Cuando cayó el régimen monárquico y se estableció la República Islámica de Irán, Khomeini rápidamente nombró a Khamenei en cargos clave. Se le asignó como viceministro de Defensa y participó en la creación de las Fuerzas de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC), una herramienta de poder fundamental que Khamenei usaría posteriormente para controlar tanto la política como las fuerzas armadas.
En 1981, una bomba en la mezquita de Teherán hirió gravemente a Khamenei, dejándole con movilidad permanente en su brazo derecho. Dos meses después, el presidente Mohammad-Ali Rajai fue asesinado en circunstancias misteriosas, y Khamenei fue elegido para reemplazarlo. Aunque en ese momento el cargo de presidente era principalmente simbólico, Khamenei empezó a mostrar su influencia enfrentándose al primer ministro Mir Hossein Mousavi, a quien consideraba demasiado reformista.
Oportunidad de heredar el poder cuando el candidato fue descartado
En los años 80, Khomeini eligió al Ayatollah Hussein-Ali Montazeri como su sucesor. Montazeri fue llamado por Khomeini “la fruta madura de la vida” y se le asignó una responsabilidad importante. Sin embargo, en 1986, Montazeri empezó a criticar públicamente los fundamentos del Estado de la República Islámica, promoviendo una sociedad más abierta y moderada, en completo desacuerdo con la línea dura de Khomeini.
Estas diferencias escalaron hasta la muerte de Khomeini en marzo de 1989. Antes de fallecer, Khomeini le retiró la sucesión a Montazeri, revocándole también el título de Gran Ayatolá (Grand Ayatollah). La retirada de la imagen de Montazeri junto a la de Khomeini también fue eliminada, una señal clara de que había sido “borrado” del futuro político del país.
Tras la muerte de Khomeini en junio de 1989, la Asamblea de Expertos, compuesta por clérigos musulmanes, eligió a Khamenei como Líder Supremo. Aunque Khamenei no alcanzó la certificación religiosa más alta (marja-e taqlid), la Constitución iraní fue enmendada para requerir que el Líder Supremo tenga solo “conocimiento islámico”, un requisito claramente diseñado para él. Rápidamente fue promovido de Hojjat al-Islam a Ayatollah (posicionado como segundo después del Gran Ayatolá), un paso simbólico que reafirmó su poder supremo.
Khamenei vs. presidentes: la lucha por el control
Khamenei fue presidente de Irán en el período 1981-1989. Foto: Getty Images.
Desde su posición como Líder Supremo, Khamenei no solo aprueba las decisiones, sino que también controla activamente todas las acciones de los presidentes sucesivos. Estas disputas reflejan claramente la estructura de poder real en Irán: el Líder Supremo siempre mantiene el control de los centros de poder más importantes.
Mohammad Khatami (1997–2005): Este presidente reformista impulsó iniciativas de apertura y acercamiento con Occidente. Sin embargo, Khamenei sistemáticamente bloqueó los esfuerzos de modernización de Khatami, manteniendo la línea dura como la postura predominante.
Mahmoud Ahmadinejad (2005–2013): Inicialmente considerado un aliado cercano de Khamenei, pero rápidamente buscó ampliar su poder personal, generando conflictos profundos. La reelección controvertida de Ahmadinejad en 2009 provocó las mayores protestas desde la revolución de 1979. Khamenei ordenó una fuerte represión, causando decenas de muertos y miles de detenidos.
Hassan Rouhani (2013–2021): Rouhani logró un acuerdo nuclear histórico en 2015 con la aprobación de Khamenei. Sin embargo, cuando Estados Unidos bajo Donald Trump abandonó el acuerdo en 2018 y volvió a imponer sanciones, la economía iraní entró en crisis. Khamenei criticó a Rouhani por confiar demasiado en la buena voluntad de EE. UU. y declaró enérgicamente: “He advertido desde el primer día: nunca confíes en EE. UU.”
La línea dura en política exterior de Khamenei
Khamenei es conocido por su postura inflexible con las potencias occidentales. Desde su época como presidente, sentó las bases de una política de confrontación, especialmente en la eliminación del “imperialismo y los títeres de EE. UU.”.
El evento de 2020, cuando un avión estadounidense mató al general Qasem Soleimani en un ataque, provocó una fuerte reacción de Khamenei. Prometió una venganza “cruel” y describió la respuesta con misiles como “una bofetada en la cara de EE. UU.”, pero enfatizó que: “Lo más importante es terminar con la presencia militar de EE. UU. en la región”.
Sobre Israel, Khamenei no oculta su postura dura. Ha declarado que ese país es “un tumor que debe ser eliminado de la región”, una expresión que refleja su visión intransigente.
El futuro del poder tras Khamenei
El sucesor de Khamenei será elegido por la Asamblea de Expertos de Irán. Foto: AFP.
Khamenei tiene más de 86 años y ha tenido problemas de salud. La cuestión de quién será su sucesor se ha convertido en uno de los temas principales de interés, tanto dentro como fuera de Irán, especialmente ante el aumento de la presión de EE. UU. e Israel.
Según la Constitución, el sucesor será elegido por la Asamblea de Expertos. Esta está compuesta por 88 clérigos musulmanes con alto nivel religioso, elegidos directamente por los iraníes cada 8 años. Sin embargo, para postularse, los candidatos deben ser aprobados por el (Consejo Guardian), un órgano controlado por el Líder Supremo. Este mecanismo garantiza que solo puedan considerarse aquellos leales al sistema.
En la práctica, aunque la Asamblea de Expertos tiene la tarea de supervisar al Líder Supremo, la mayoría de sus miembros son leales al actual Líder, haciendo que su papel de control sea principalmente simbólico. La brecha de poder que deja Khamenei será muy grande, y quién pueda llenar ese vacío sigue siendo una incógnita en un contexto de crecientes desafíos geopolíticos globales.
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Khamenei: La figura que controla el poder supremo en Irán durante más de tres décadas
Ali Khamenei no es simplemente un líder espiritual de Irán, sino que también es quien detenta todo el poder político y militar. Desde 1989, cuando asumió el cargo de Líder Supremo, ha mantenido un control absoluto, dirigiendo todas las decisiones internas y externas de la República Islámica de Irán. Khamenei es el sucesor de la línea política dura de Khomeini. Foto: EPA.
Proceso de formación desde una familia con tradición religiosa
Nacido en 1939 en Mashhad, Ali Khamenei creció en una familia con una sólida base religiosa pero en condiciones económicas difíciles. Su padre, un clérigo respetuoso del régimen ascético, enseñaba a sus hijos a vivir con sencillez y con una fuerte orientación espiritual. La familia vivía en una casa estrecha de solo 65 metros cuadrados, donde él estudió y se formó desde la infancia.
Desde pequeño, Khamenei asistió a escuelas religiosas tradicionales en Mashhad. Rápidamente destacó en materias como lógica, filosofía y ley islámica, completando el nivel secundario en 5 años. Un punto de inflexión en su camino de aprendizaje fue cuando estudió en Najaf, Irak, el centro de estudios chií más famoso del mundo islámico. Allí, tuvo la oportunidad de contactar con destacados clérigos como el Ayatollah Hakim y el Ayatollah Shahrudi, pero finalmente decidió regresar a Irán para seguir la voluntad de su padre.
Entre 1958 y 1964, Khamenei fue guiado directamente por destacados grandes ayatolás, entre ellos Ruhollah Khomeini, quien posteriormente sería el líder fundador de la República Islámica. Durante este período, se formaron toda su ideología política y religiosa.
Convertirse en el brazo derecho de Khomeini en el movimiento revolucionario
Desde 1962, en Qom, Khamenei inició su actividad política al unirse al movimiento opositor liderado por el Ayatollah Khomeini, con el objetivo de oponerse al régimen monárquico del Shah Mohammad Reza Pahlavi. La relación entre Khamenei y Khomeini se desarrolló en una lealtad absoluta: consideraba que todas las iniciativas de Khomeini provenían de la base revolucionaria islámica.
Durante 17 años, desde 1962 hasta 1979, Khamenei fue perseguido, torturado y encarcelado por participar en actividades políticas. Sin embargo, nunca se rindió ni se doblegó. Esta firmeza más tarde se convirtió en su credencial de confianza dentro del nuevo sistema.
Rápido avance tras la revolución de 1979
Cuando cayó el régimen monárquico y se estableció la República Islámica de Irán, Khomeini rápidamente nombró a Khamenei en cargos clave. Se le asignó como viceministro de Defensa y participó en la creación de las Fuerzas de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC), una herramienta de poder fundamental que Khamenei usaría posteriormente para controlar tanto la política como las fuerzas armadas.
En 1981, una bomba en la mezquita de Teherán hirió gravemente a Khamenei, dejándole con movilidad permanente en su brazo derecho. Dos meses después, el presidente Mohammad-Ali Rajai fue asesinado en circunstancias misteriosas, y Khamenei fue elegido para reemplazarlo. Aunque en ese momento el cargo de presidente era principalmente simbólico, Khamenei empezó a mostrar su influencia enfrentándose al primer ministro Mir Hossein Mousavi, a quien consideraba demasiado reformista.
Oportunidad de heredar el poder cuando el candidato fue descartado
En los años 80, Khomeini eligió al Ayatollah Hussein-Ali Montazeri como su sucesor. Montazeri fue llamado por Khomeini “la fruta madura de la vida” y se le asignó una responsabilidad importante. Sin embargo, en 1986, Montazeri empezó a criticar públicamente los fundamentos del Estado de la República Islámica, promoviendo una sociedad más abierta y moderada, en completo desacuerdo con la línea dura de Khomeini.
Estas diferencias escalaron hasta la muerte de Khomeini en marzo de 1989. Antes de fallecer, Khomeini le retiró la sucesión a Montazeri, revocándole también el título de Gran Ayatolá (Grand Ayatollah). La retirada de la imagen de Montazeri junto a la de Khomeini también fue eliminada, una señal clara de que había sido “borrado” del futuro político del país.
Tras la muerte de Khomeini en junio de 1989, la Asamblea de Expertos, compuesta por clérigos musulmanes, eligió a Khamenei como Líder Supremo. Aunque Khamenei no alcanzó la certificación religiosa más alta (marja-e taqlid), la Constitución iraní fue enmendada para requerir que el Líder Supremo tenga solo “conocimiento islámico”, un requisito claramente diseñado para él. Rápidamente fue promovido de Hojjat al-Islam a Ayatollah (posicionado como segundo después del Gran Ayatolá), un paso simbólico que reafirmó su poder supremo.
Khamenei vs. presidentes: la lucha por el control
Khamenei fue presidente de Irán en el período 1981-1989. Foto: Getty Images.
Desde su posición como Líder Supremo, Khamenei no solo aprueba las decisiones, sino que también controla activamente todas las acciones de los presidentes sucesivos. Estas disputas reflejan claramente la estructura de poder real en Irán: el Líder Supremo siempre mantiene el control de los centros de poder más importantes.
Mohammad Khatami (1997–2005): Este presidente reformista impulsó iniciativas de apertura y acercamiento con Occidente. Sin embargo, Khamenei sistemáticamente bloqueó los esfuerzos de modernización de Khatami, manteniendo la línea dura como la postura predominante.
Mahmoud Ahmadinejad (2005–2013): Inicialmente considerado un aliado cercano de Khamenei, pero rápidamente buscó ampliar su poder personal, generando conflictos profundos. La reelección controvertida de Ahmadinejad en 2009 provocó las mayores protestas desde la revolución de 1979. Khamenei ordenó una fuerte represión, causando decenas de muertos y miles de detenidos.
Hassan Rouhani (2013–2021): Rouhani logró un acuerdo nuclear histórico en 2015 con la aprobación de Khamenei. Sin embargo, cuando Estados Unidos bajo Donald Trump abandonó el acuerdo en 2018 y volvió a imponer sanciones, la economía iraní entró en crisis. Khamenei criticó a Rouhani por confiar demasiado en la buena voluntad de EE. UU. y declaró enérgicamente: “He advertido desde el primer día: nunca confíes en EE. UU.”
La línea dura en política exterior de Khamenei
Khamenei es conocido por su postura inflexible con las potencias occidentales. Desde su época como presidente, sentó las bases de una política de confrontación, especialmente en la eliminación del “imperialismo y los títeres de EE. UU.”.
El evento de 2020, cuando un avión estadounidense mató al general Qasem Soleimani en un ataque, provocó una fuerte reacción de Khamenei. Prometió una venganza “cruel” y describió la respuesta con misiles como “una bofetada en la cara de EE. UU.”, pero enfatizó que: “Lo más importante es terminar con la presencia militar de EE. UU. en la región”.
Sobre Israel, Khamenei no oculta su postura dura. Ha declarado que ese país es “un tumor que debe ser eliminado de la región”, una expresión que refleja su visión intransigente.
El futuro del poder tras Khamenei
El sucesor de Khamenei será elegido por la Asamblea de Expertos de Irán. Foto: AFP.
Khamenei tiene más de 86 años y ha tenido problemas de salud. La cuestión de quién será su sucesor se ha convertido en uno de los temas principales de interés, tanto dentro como fuera de Irán, especialmente ante el aumento de la presión de EE. UU. e Israel.
Según la Constitución, el sucesor será elegido por la Asamblea de Expertos. Esta está compuesta por 88 clérigos musulmanes con alto nivel religioso, elegidos directamente por los iraníes cada 8 años. Sin embargo, para postularse, los candidatos deben ser aprobados por el (Consejo Guardian), un órgano controlado por el Líder Supremo. Este mecanismo garantiza que solo puedan considerarse aquellos leales al sistema.
En la práctica, aunque la Asamblea de Expertos tiene la tarea de supervisar al Líder Supremo, la mayoría de sus miembros son leales al actual Líder, haciendo que su papel de control sea principalmente simbólico. La brecha de poder que deja Khamenei será muy grande, y quién pueda llenar ese vacío sigue siendo una incógnita en un contexto de crecientes desafíos geopolíticos globales.
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