Imagina un mundo donde tus ganancias son completamente tuyas: sin impuestos sobre la renta que drenan tu salario, sin papeleo de cumplimiento que te ahoga en burocracia. Mantienes lo que ganas. Sin auditorías gubernamentales, sin registros interminables, sin contadores requeridos solo para presentar formularios. Tu trabajo, tu dinero, tus reglas. Eso es propiedad real. Así es como se ve la verdadera autonomía financiera. Es el tipo de libertad de la que hablan los defensores de Web3 cuando discuten sobre la autosuficiencia y el control personal de activos. No eres responsable ante ninguna autoridad por lo que has ganado a través de tu propio esfuerzo. Total transparencia sobre a dónde va tu dinero, porque es tu decisión.