Un día, Timur (Tamerlane) regaló un elefante al pueblo de Nasreddin Hodja y ordenó a los aldeanos que lo alimentaran y cuidaran. El elefante tenía un gran apetito; devoraba todo el heno, los cultivos y la comida, dejando a los aldeanos en la pobreza.

Los aldeanos le pidieron a Nasreddin Hodja que se quejara a Timur y pidiera que le devolviera el elefante. Hodja aceptó, pero solo con la condición de que todos lo acompañaran. Un gran grupo partió juntos.

A medida que se acercaban al campamento de Timur, los aldeanos se asustaron y se dispersaron uno a uno. Cuando Hodja llegó a Timur, estaba solo.

Timur preguntó: "¿Qué quieren los aldeanos?"

Hodja respondió: "Los aldeanos están tan contentos con el elefante que generosamente regalaste que parece solitario. ¡Me enviaron a pedir un segundo elefante, una compañera hembra!"

Timur, complacido, ordenó que se enviara otro elefante.