La estrategia de Europa parece cada vez más clara: ¿por qué invertir recursos en desarrollar innovación tecnológica propia cuando puedes simplemente crear regulaciones diseñadas para atrapar a los gigantes tecnológicos estadounidenses? Coloca las trampas legales lo suficientemente ajustadas, observa cómo se acumulan las violaciones, y luego recauda miles de millones en multas. Es un modelo de ingresos disfrazado de regulación. Ingenioso en su cinismo.