Los datos de inflación de EE. UU. de mañana se perfilan como uno de los informes más seguidos del trimestre.
Se espera que el Índice de Precios al Consumidor (CPI) muestre un aumento interanual de alrededor del 2.9%, con la inflación subyacente rondando el 3.1%. Tal resultado mantendría a la Reserva Federal cautelosa y, con toda probabilidad, llevaría a los responsables de la política a mantener las tasas estables en su nivel actual.
Si eso sucede, los inversores deben prepararse para la turbulencia a corto plazo, pero no para un cambio en la trayectoria más amplia de Bitcoin.
Una pausa de la Fed enfriará los rincones más especulativos del mercado, particularmente aquellos que habían valorado un camino acelerado de relajación monetaria.
Los activos sensibles a la liquidez, incluidos las criptomonedas y las acciones de alta tecnología, suelen responder primero y con más fuerza a los cambios en las expectativas de tasas.
Sin embargo, Bitcoin ya no es un juego marginal sobre la liquidez excesiva. Se ha convertido en una clase de activo estructural por derecho propio, cada vez más alineada con las carteras institucionales, las estrategias de diversificación soberana y el respaldo político en los más altos niveles del gobierno.
En las horas posteriores a una decisión constante de la Fed, podríamos ver a Bitcoin renunciar a algunas ganancias recientes a medida que los traders aseguran beneficios y el dólar se fortalece.
El mercado ya ha subido bruscamente en los últimos meses, impulsado por las expectativas de recortes de tasas continuos y una postura de apoyo de la administración del presidente Donald Trump. Una pausa temporal interrumpiría ese impulso.
Pero las correcciones de este tipo tienden a ser de corta duración porque las fuerzas subyacentes detrás del aumento de Bitcoin no dependen de políticas. Están ancladas en tendencias más profundas que están reformando el sistema financiero global.
Primero, está el contexto macroeconómico cambiante. La inflación, aunque más baja que el año pasado, sigue por encima del objetivo de la Reserva Federal. La cautela del banco central refleja esa tensión. Sin embargo, incluso si las tasas permanecen sin cambios, la dirección del viaje para el próximo año es clara.
A medida que el crecimiento económico se desacelera, se esperan más recortes. Los inversores lo saben y ya se están posicionando para el eventual regreso del dinero más barato.
En segundo lugar, la dimensión política ahora forma parte firme de la historia de Bitcoin. La adopción de activos digitales por parte del presidente Trump, desde la promoción de la minería en EE. UU. hasta la sugerencia de una reserva estratégica nacional, ha legitimado el sector de una manera que pocos habrían imaginado hace dos años. La hostilidad regulatoria ha dado paso al compromiso. El cambio representa una luz verde institucional.
En tercer lugar, la adopción corporativa sigue creciendo. Las empresas están explorando Bitcoin como parte de su estrategia de diversificación de tesorería, tomando ejemplos de los primeros adoptantes que ya se han beneficiado de la exposición en su balance. Este movimiento, combinado con los nuevos flujos de inversión en fondos de activos digitales, refleja un creciente reconocimiento del papel de Bitcoin como un refugio de valor y una cobertura a largo plazo contra la devaluación de la moneda.
La confluencia de estos factores significa que, incluso si las criptomonedas caen tras el informe del IPC y una postura constante de la Reserva Federal, la configuración más amplia sigue siendo constructiva. El mercado puede tambalear, pero la confianza en la clase de activos se está volviendo más arraigada.
Otra consideración clave es el contexto global. A medida que los bancos centrales occidentales avanzan con cautela, varias economías emergentes están explorando nuevos marcos para la adopción de monedas digitales. Algunos incluso están considerando reservas vinculadas a Bitcoin como parte de una estrategia de diversificación lejos del dólar. Esta es una señal de que la base de demanda futura de Bitcoin se está volviendo geográficamente más amplia y políticamente más diversa.
La interacción entre una Fed cautelosa y un ecosistema digital dinámico creará volatilidad, pero no debilidad.
Los inversores están aprendiendo a interpretar estos momentos como recalibraciones dentro de un ciclo alcista más largo.
Bitcoin siempre ha prosperado en la deslocalización, desde cambios en las políticas hasta transiciones de liquidez, porque se posiciona como una alternativa y un complemento al sistema financiero tradicional.
Para los inversores profesionales, una Fed estable no debería ser vista como un obstáculo, sino como una oportunidad para reevaluar la exposición. Los traders a corto plazo pueden dar un paso atrás, pero los asignadores a largo plazo probablemente verán cualquier caída como una ventana para construir posiciones. Las fuerzas estructurales que impulsan la demanda permanecen intactas: integración institucional, respaldo político y diversificación estratégica.
El precio de Bitcoin ahora está influenciado por la política macroeconómica, la geopolítica y la adopción institucional al mismo tiempo. Esa complejidad es precisamente lo que refuerza su caso de inversión. Los días en que sus movimientos podían reducirse a una sola variable —como la política de la Reserva Federal— han terminado.
Si los datos de inflación llegan como se esperaba y la Fed opta por la paciencia, los mercados se ajustarán rápidamente. El dólar puede fortalecerse temporalmente, los rendimientos de los bonos podrían aumentar ligeramente y Bitcoin podría debilitarse. Sin embargo, la dirección más amplia es poco probable que cambie. Sigue siendo ascendente, impulsado por la convicción en lugar de la especulación.
La historia a largo plazo de Bitcoin nunca ha estado relacionada con la próxima reunión de la Reserva Federal. Se trata del creciente reconocimiento de que la arquitectura financiera global está evolucionando y que los activos digitales ahora son parte de su estructura.
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Bitcoin no se verá descarrilado por una Fed constante
Por Nigel Green
Los datos de inflación de EE. UU. de mañana se perfilan como uno de los informes más seguidos del trimestre.
Se espera que el Índice de Precios al Consumidor (CPI) muestre un aumento interanual de alrededor del 2.9%, con la inflación subyacente rondando el 3.1%. Tal resultado mantendría a la Reserva Federal cautelosa y, con toda probabilidad, llevaría a los responsables de la política a mantener las tasas estables en su nivel actual.
Si eso sucede, los inversores deben prepararse para la turbulencia a corto plazo, pero no para un cambio en la trayectoria más amplia de Bitcoin.
Una pausa de la Fed enfriará los rincones más especulativos del mercado, particularmente aquellos que habían valorado un camino acelerado de relajación monetaria.
Los activos sensibles a la liquidez, incluidos las criptomonedas y las acciones de alta tecnología, suelen responder primero y con más fuerza a los cambios en las expectativas de tasas.
Sin embargo, Bitcoin ya no es un juego marginal sobre la liquidez excesiva. Se ha convertido en una clase de activo estructural por derecho propio, cada vez más alineada con las carteras institucionales, las estrategias de diversificación soberana y el respaldo político en los más altos niveles del gobierno.
En las horas posteriores a una decisión constante de la Fed, podríamos ver a Bitcoin renunciar a algunas ganancias recientes a medida que los traders aseguran beneficios y el dólar se fortalece.
El mercado ya ha subido bruscamente en los últimos meses, impulsado por las expectativas de recortes de tasas continuos y una postura de apoyo de la administración del presidente Donald Trump. Una pausa temporal interrumpiría ese impulso.
Pero las correcciones de este tipo tienden a ser de corta duración porque las fuerzas subyacentes detrás del aumento de Bitcoin no dependen de políticas. Están ancladas en tendencias más profundas que están reformando el sistema financiero global.
Primero, está el contexto macroeconómico cambiante. La inflación, aunque más baja que el año pasado, sigue por encima del objetivo de la Reserva Federal. La cautela del banco central refleja esa tensión. Sin embargo, incluso si las tasas permanecen sin cambios, la dirección del viaje para el próximo año es clara.
A medida que el crecimiento económico se desacelera, se esperan más recortes. Los inversores lo saben y ya se están posicionando para el eventual regreso del dinero más barato.
En segundo lugar, la dimensión política ahora forma parte firme de la historia de Bitcoin. La adopción de activos digitales por parte del presidente Trump, desde la promoción de la minería en EE. UU. hasta la sugerencia de una reserva estratégica nacional, ha legitimado el sector de una manera que pocos habrían imaginado hace dos años. La hostilidad regulatoria ha dado paso al compromiso. El cambio representa una luz verde institucional.
En tercer lugar, la adopción corporativa sigue creciendo. Las empresas están explorando Bitcoin como parte de su estrategia de diversificación de tesorería, tomando ejemplos de los primeros adoptantes que ya se han beneficiado de la exposición en su balance. Este movimiento, combinado con los nuevos flujos de inversión en fondos de activos digitales, refleja un creciente reconocimiento del papel de Bitcoin como un refugio de valor y una cobertura a largo plazo contra la devaluación de la moneda.
La confluencia de estos factores significa que, incluso si las criptomonedas caen tras el informe del IPC y una postura constante de la Reserva Federal, la configuración más amplia sigue siendo constructiva. El mercado puede tambalear, pero la confianza en la clase de activos se está volviendo más arraigada.
Otra consideración clave es el contexto global. A medida que los bancos centrales occidentales avanzan con cautela, varias economías emergentes están explorando nuevos marcos para la adopción de monedas digitales. Algunos incluso están considerando reservas vinculadas a Bitcoin como parte de una estrategia de diversificación lejos del dólar. Esta es una señal de que la base de demanda futura de Bitcoin se está volviendo geográficamente más amplia y políticamente más diversa.
La interacción entre una Fed cautelosa y un ecosistema digital dinámico creará volatilidad, pero no debilidad.
Los inversores están aprendiendo a interpretar estos momentos como recalibraciones dentro de un ciclo alcista más largo.
Bitcoin siempre ha prosperado en la deslocalización, desde cambios en las políticas hasta transiciones de liquidez, porque se posiciona como una alternativa y un complemento al sistema financiero tradicional.
Para los inversores profesionales, una Fed estable no debería ser vista como un obstáculo, sino como una oportunidad para reevaluar la exposición. Los traders a corto plazo pueden dar un paso atrás, pero los asignadores a largo plazo probablemente verán cualquier caída como una ventana para construir posiciones. Las fuerzas estructurales que impulsan la demanda permanecen intactas: integración institucional, respaldo político y diversificación estratégica.
El precio de Bitcoin ahora está influenciado por la política macroeconómica, la geopolítica y la adopción institucional al mismo tiempo. Esa complejidad es precisamente lo que refuerza su caso de inversión. Los días en que sus movimientos podían reducirse a una sola variable —como la política de la Reserva Federal— han terminado.
Si los datos de inflación llegan como se esperaba y la Fed opta por la paciencia, los mercados se ajustarán rápidamente. El dólar puede fortalecerse temporalmente, los rendimientos de los bonos podrían aumentar ligeramente y Bitcoin podría debilitarse. Sin embargo, la dirección más amplia es poco probable que cambie. Sigue siendo ascendente, impulsado por la convicción en lugar de la especulación.
La historia a largo plazo de Bitcoin nunca ha estado relacionada con la próxima reunión de la Reserva Federal. Se trata del creciente reconocimiento de que la arquitectura financiera global está evolucionando y que los activos digitales ahora son parte de su estructura.
Biografía del autor
Nigel Green es el CEO y Fundador de deVere Group