Dos titanes tecnológicos están explorando una frontera salvaje: llevar centros de datos más allá de la atmósfera de la Tierra.

Uno ha estado trabajando en silencio en infraestructura de IA orbital durante más de un año. ¿El otro? Se prepara para desplegar hardware mejorado que podría transformar la forma en que pensamos sobre la computación en la nube.

Esto ya no es ciencia ficción. Hablamos de capital real, ingeniería real y un mercado de billones de dólares que quizás pronto necesite un código postal nuevo. La carrera no se trata solo de quién llega primero, sino de quién puede hacer que los nodos de computación basados en el espacio funcionen realmente a gran escala.

Piensa en infraestructura descentralizada, pero literalmente fuera del planeta. ¿Desafíos de latencia? ¿Enfriamiento en ingravidez? ¿Generación de energía en órbita? Todo esto ya está sobre la mesa.

Quien descifre esto podría redefinir dónde vive realmente Internet.